1. Jon me funde las pilas


    Fecha: 23/08/2025, Categorías: Confesiones Autor: Luisba, Fuente: CuentoRelatos

    ... la de mi marido, que no perdía detalle de la escena. Jon me cambió de postura varias veces y sin perder el ritmo. Nos convertimos en el centro de la fiesta.
    
    Hubo un momento en el que, cuando ya quizás me había corrido dos veces y empezaba a faltarme el aire, él se detuvo, me trajo una botellita de agua y tras esperar a que me la bebiera, volvió a las andadas. Creí que me iba a dar un infarto pero, a la vez, yo tampoco podía parar. Un rato más tarde le pedí a mi amante que me dejara tomar el aire. Y Jonathan, atento y educado, me levantó del sofá y me llevó en volandas al jardín. Una vez allí me tumbó en el césped fresquito, me puso en cuatro y siguió dándome. Yo ya casi no podía creer ese aguante, porque sentía que a mi se me estaban terminando las pilas. Y él parecía estar como al principio, inmune al cansancio. A pesar de estar fundida, me di cuenta por el murmullo de fondo que la gente de la fiesta nos había seguido hasta el jardín y nos estaban rodeando, sin dejar de mirarnos.
    
    Vi que la gente seguía a nuestro alrededor, pero que algunos iban y venían, como perdiendo el interés. Una mujer, sentada cerca de mi, estaba sorbiendo su gin tonic y charlando con el hombre que a su lado le acariciaba los muslos mientras ella le masturbaba despacio. Ambos nos miraban de reojo.
    
    Cuando yo ya había perdido el sentido del tiempo y mis piernas se negaban a moverse, ...
    ... me di cuenta de que Jon estaba a punto de llegar al final. Él me avisó: quédate quieta, cariño. Le obedecí porque lo que me resultaba más fácil era, justamente, quedarme quieta. Jon salió de mi vagina, se arrodilló delante de mi cara y entonces me dijo:
    
    -Vamos a darle a nuestros espectadores lo que están esperando.
    
    Conté uno, dos, tres, cuatro chorros de esperma denso. Luego siguió, pero yo perdí la cuenta. Solo sentía como su leche brotaba una y otra vez en mis ojos, mis mofletes, mi nariz, mis orejas, mi frente y mi pelo.
    
    Cuando estaba totalmente cegada todavía pude ver, a medias, como se acercaba un hombre para sacarme fotos de mi cara en primer plano. No podía ser otro que mi marido. Solo Luis es capaz de esas cosas. Cuando Jon terminó me contó al oído:
    
    -Lo siento, guapa. Como puedes ver, llevo muchos días reservándome para hoy.
    
    Al día siguiente, en casa, Luis y yo estuvimos mirando las fotos y terminamos con un polvete apresurado, muy excitados los dos. En medio del polvo, Luis me dijo:
    
    -Lo que más me pone cuando veo tu cara con la corrida es que parece que se te hayan corrido tres tíos.
    
    Algunas veces he quedado con Jon, pero solo cuando me siento muy descansada y capaz de darle todo el tiempo que necesita. Eso no es posible siempre. Cuando quedamos, me reservo tres o cuatro horas por lo menos. Lo bueno es que Luis se muestra comprensivo. 
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