Silvia 3 - Relatos Eróticos

Silvia 3

... aseo, me encontré con Irene, vestia una bata transparente de encaje, un tanga y un sujetador a juego, me invito a sentarme a su lado, una mano se deslizo sobre mi pierna, al mismo tiempo que me besaba en la boca, poco a poco aquella mano alcanzo la botonadura de mi pantalón y comenzó a buscar en su interior, seguía besándome con más intensidad, su mano alcanzo mi miembro, sacándolo de su escondite lo acaricio y poniéndose de rodillas ante mí se lo metió en la boca, comenzando una mamada impresionante, era la primera vez que mi pene recibís tales caricias, ya con mi pene en su boca, y libres las manos, me bajo los pantalones, notaba que mi pene estaba creciendo a pasos agigantados nunca lo había visto de ese tamaño, dejo caer su bata, quedándose ante mí en tanga y sujetador, sus pechos eran más grandes que las copas del sujetador, lo que le hacía que casi se saliesen de él sobrepasando la barrera, me acerque y mientras la besaba con una mano le desabroche el sujetador, dejando en libertad aquellos pechos redondos con unos pezones en punta rodeados con una aureola un poco más oscura que el resto de sus pechos, no sabía en si lo que me estaba pasando, mis piernas temblaban ella con una mano acariciaba mi pene completamente erecto, cimbreaba cual vara movida por el viento, se tumbó en la cama y abriendo las piernas me dijo.

- Cómeme el coño, busca mi clítoris y bésalo esta noche es tuyo.

De rodillas a los pies de la cama acerque mi boca a su vulva en busca ...

... de aquel pequeño botón que le daba placer, al encontrarlo me lo metí en la boca y comencé a succionarlo, ella a cada movimiento lanzaba gritos de placer pidiéndome que no parase que necesitaba mi boca tanto como mi polla, me aparte, un poco, ella me agarro por los glúteos y me dijo.

- Métemela dentro de golpe no aguanto más sin tenerla dentro, lléname de tu fuente de vida hasta que me salga por las orejas.

Con movimientos de mete y saca cada vez más fuertes y agarrándola por las caderas metí todo mi sexo hasta que mis testículos chocaban con la entrada de su vagina y siguiendo asi ambos dimos un grito al unísono, yo descargue mi esperma dentro de ella y ella alcanzaba el clímax más intenso que había tenido en muchos años.

Ya desacoplados ella cogió mi pene y lo limpio en su boca, haciéndome una segunda mamada, tragándose los restos de mi esperma. Y asi desnudos los dos nos quedamos dormidos ella no soltaba mi pene en toda la noche y yo agarrado a uno de sus pechos, como si estuviese esperando que me diese de mamar.

Al día siguiente, al despertarnos tras besarnos me dijo.

- Como hombre tienes matrícula de honor, como mujer sobresaliente, tienes que practicar más pero muy bien para empezar, esta noche repetimos la segunda lección. Y no me importaría que me dejases preñada, tengo que estudiarlo.

Desde aquella noche dormíamos juntas nos bañábamos juntas, como matrimonio, sabiendo que cuando comenzase el tratamiento las cosas cambiarían un poco.