Al Servicio del Sultán 3 - Relatos Eróticos

Al Servicio del Sultán 3

... Hafel sobre ella y todo lo que me dijo.

“¿Mantienes tu intención de liberarla y convertirla en tu esposa cuando nazca el bebé?” me pregunta mientras disfrutamos de unos vasos de licor de dátil.

“Si, sabes que nunca quise esclavizarla y me cuesta mucho tratarla como una esclava;” le respondo, “El nacimiento del bebé me da la excusa perfecta para hacerlo.”

“No la tratas como una esclava pero me la has cedido todas las noches durante estas dos últimas semanas;” me comenta, dando una larga calada a la pipa de agua y sonriendo.

“A Jimena no le importa pasar tiempo contigo, si me hubiese dicho que no quería hacerlo, no te la habría cedido;” le digo sorprendiéndolo con mis palabras.

“No me lo imaginaba;” me dice Hafel, “Me siento cómodo con ella, y no es solo por el sexo, aunque tiene una boca increíble, y su coño parece apretarse cada vez más debido al embarazo. Me gustó desde el primer día que la ví en Córdoba, su mirada inocente que todavía mantiene a pesar de las circunstancias, su afán por saberlo todo, se pasa el día leyendo, no se merece lo que la ha pasado.”

“¿Has pensado pedirla que se convierta al islam, eso facilitaría mucho las cosas y le aseguraría su futuro si alguna vez te pasase algo?” me pregunta.

“Lo he pensado, y sé que lo haría si se lo pidiese, pero su fe en Cristo es una parte muy importante de su vida, y solo fingiría por complacerme;” le respondo.

“¿Y tú no estás fingiendo tu conversión?” me pregunta con gesto serio.

Me tomo ...

... unos segundos para buscar mi respuesta, y cuando la encuentro sonrío antes de hacerlo.

“¿Quién me está preguntando, el médico del Califa de Córdoba, o el Visir del Sultán Saladino?” le respondo ¿O tal vez lo esté haciendo el comerciante veneciano Paolo Conti, o Altair el líder de los hassassins?” le replico.

“Hay cosas que no deberías saber;” me señala con voz seria, “Voy a tener que castigar a Yaritza por contarte algunas y preguntarte como averiguaste otras.”

“Respecto a Yaritza te la enviaré está noche a tu tienda, estará encantada de que la castigues y luego la folles y si dejas participar a Jimena todavía más;” le señalo bromeando. “En cuanto a lo otro, tú me has enseñado que hay que saber todo lo que pasa a tu alrededor y mantener en secreto todo lo que puedas;” añado con tono más serio, dándole a entender que no voy a responder como averigüé quien es.

Desde esa primera salida a la ciudad, prácticamente todos los días hemos visitado alguna parte de Alejandría, aunque los últimos días Jimena, cada vez más cansada y con más molestias producto del embarazo se ha quedado en el palacete en compañía de Yaritza.

Aunque ha habido algunos asaltos y disturbios, ni Zeiga y yo tenemos miedo, no creo que nadie se atreva a atacarnos y arriesgarse a enfrentarse a Merary y los cuatro guerreros nubios que nos escoltan. A pesar de esa escolta, los dos llevamos una cota de mallas bajo la ropa cada vez que salimos, y Zeiga lleva a la espalda la ballesta que la vi usar en el ...