El Príncipe y la Periodista 15 - Las Tribus 1 - Relatos Eróticos

El Príncipe y la Periodista 15 - Las Tribus 1

... rompecabezas, sobre todo para ella misma. Este viaje a Kanaan está poniendo su vida patas arriba, y no solo en lo referente a su sexualidad, donde ahora mismo no sabe si es lesbiana, heterosexual, bisexual, dominante o sumisa, sin darse cuenta de que se puede ser todo y tan solo dejarse llevar en cada momento.

También ha removido sus prioridades, sé por Katherina, la geóloga de las minas que Rose ha pasado mucho tiempo estudiando las muestras biológicas, disfrutando con ello.

La boca de Rose succionando mi clítoris provoca que me olvide de todo eso, ya habrá tiempo para pensar en ello más tarde.

(punto de vista de Rose)

Caleb entra en la tienda para despertarnos a Lady Nabila y a mí y reanudar el viaje, aunque yo ya estoy despierta y veo como sonríe al vernos abrazadas.

No he dormido en toda la noche, Lady Nabila me ha tenido horas obligándome a darle placer, a llevarla a un orgasmo tras otro mientras mi excitación no dejaba de crecer esperando mi momento. Un momento que nunca ha llegado, Lady Nabila no me ha tocado, y además me ha prohibido masturbarme y correrme.

Una vez que Caleb abandona la tienda ayudo a Lady Nabila a lavarse y vestirse, para luego hacer yo lo mismo. Estoy acabándome de vestir cuando la tela de la tienda se abre y alguien entra dentro, pensando que es Lady Nabila ni siquiera me giro para mirar y suelto un grito de sorpresa cuando alguien me agarra por la cintura.

“Buenos días Rose;” me saluda agarrando mis pechos con una de sus ...

... manos. “¿Te gustó el juego que prepare ayer? ¿Te trajo algún recuerdo?” me pregunta.

Sus palabras me sorprenden, e intento girarme para contestarle pero su fuerte agarre me lo impide, y cualquier resistencia por mi parte desaparece cuando sus dedos entran en mi coño ansioso y necesitado por el orgasmo que Lady Nabila me ha negado.

“Cuando te ví en el harem teñida de pelirroja supe que te había visto antes en algún sitio, pero era incapaz de recordar donde;” me dice besándome en el cuello, jugando con mi clítoris, deteniéndose justo cuando estoy a punto del orgasmo. “Cuando está mañana me diste la bofetada todo estuvo claro.”

“¡Por favor!” le suplico a Caleb. “¡Necesito correrme!”

“Aquella vez me dijiste que me detuviese, que no eras una de mis sumisas. ¿Por qué debo continuar ahora?” me pregunta deteniéndose de nuevo.

“Porque soy tu sumisa, tu esclava y quiero que me hagas correrme con tus dedos;” le respondo moviendo las caderas para sentir sus dedos.

“¿Y que más quieres. ¡Esclava!” me dice añadiendo un tercer dedo, estirando mi coño.

“¡Quiero que me fólles!” le grito.

“¡Pídemelo!” me dice. “Pídeme que te fólle o no dejaré que te corras hasta que lo hagas.”

“Por favor Maestro Caleb, fóllate a esta esclava.” le suplico cerrando los ojos sabiendo lo que significan esas palabras.

“¡NO!” exclama. “Te follaré cuando yo quiera, no cuando tú me lo pidas. Pero no te preocupes esclava, te aseguro que vas a tener suficientes pollas estos días para no tener que ...