Por amor a la familia (día cuatro - parte 2)
Fecha: 18/09/2017,
Categorías:
Transexuales
Incesto
Autor: lesliefer, Fuente: CuentoRelatos
Día cuatro Parte 2 Yo me quede congelada, sin respirar, mientras el cerraba la puerta muy lentamente sin quitarme la mirada de encima, pero su rostro estaba quieto, inexpresivo, no reflejaba ni emoción, ni enojo, ni sorpresa, ni excitación, absolutamente nada. Despacio dejaba su maleta a un lado mientras se quitaba su saco. Se sienta en el sillón individual de la sala, saca un cigarro y lentamente lo prende mientras cruza la pierna. Me dice: “siéntate, vamos a platicar” yo sigo ahí parada, temblando sin saber qué hacer, al fin logro moverme, camino dos pasos hacia el sillón a lado de mi tío, mi cabeza tiene un conflicto, como un niño que acaba de ser sorprendido en una mentira, trataba todavía de disimular, irónicamente, con todo ese atuendo femenino, camine hacia el cómo un hombre, como disimulando lo que estaba pasando (totalmente ilógico) dos taconazos sonaban contra el piso, esos malditos traidores delatores. Cuando el ve eso, me dice que me detenga, que coloque mis codos pegados a mi cadera y que camine con más sutileza. Me quede en shock, acaso me estaba diciendo como caminar? No me va a regañar? No me va a decir algo por lo que está viendo? Me quedo quieta y el insiste al tiempo que mueve su mano con el cigarro: “anda, pega tus codos a tu cuerpo, y camina con soltura, sin prisa, no te pongas tiesa, da la vuelta y camina hacia la cocina y regresas”. Me lo decía con un punto exacto entre autoridad y petición, no me lo pedía como favor, pero tampoco me lo exigía, era ...
una especie de orden pero sutil. Sin salir de mi asombro, gire sobre mi misma lentamente, trate de tomar la postura que él me pidió y camine despacio hacia la barra de la cocina, cuando llegue allá, me dijo soltando una bocanada de humo de su cigarro: “pon un pie frente a otro, no despegues tus piernas” su orden seguía siendo firme, su expresión inmutable, di un paso, después otro, los tacones resonaban en toda la casa, pero lentos, espaciados uno entre el otro, reflejo de mi torpeza y lentitud al caminar. Me hizo dar varias vueltas, cada vez dominaba más lo que él quería que hiciera, cada vez me sentía más mujer, en cada giro el vuelo del vestido se levantaba coquetamente. Finalmente camine con soltura, súper femenina. Entonces me dijo: “tu ropa se me hace conocida” yo volví a congelarme, ahora si me reclamaría el estar usando la ropa de sus hijas. Pero no, no me reclamo nada, me hizo una seña otra vez de que fuera a sentarme cerca de él, camine hacia el sillón, esta vez con pasos delicados, con contoneo sutil, con piernas pegadas y un paso delante del otro. Recordé como toda chica decente se sienta cuando trae vestido, así que me detuve la falda por detrás y me senté con cuidado, sin despegar mis piernas, cuando estuve sentada, cruce mi pierna como cualquier mujer sensual, tuve que hacerlo porque la falta de costumbre de sentarme con las piernas cerradas, hacía que olvidara eventualmente hacerlo y con esta “solución” me vería como toda una dama cuidando su intimidad. Esto ...