Esteban y el sádico pt 1
Fecha: 01/09/2017,
Categorías:
BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Soy Alberto, abogado de 34 años, de Cali (Colombia) y este relato es sobre Esteban, un joven estudiante de Administración que se ha convertido en mi más preciada posesión. Gracias a mi trabajo he sido invitado a colaborar en algunas aulas e investigaciones, dándome oportunidad de hablar con personas de distintas edades y clases en general, aunque siempre había sido en entornos académicos y nada más fuera de la universidad, eso fue hasta que lo vi a él, sentado en el penúltimo asiento de la sala, mirando un libro de hojas gastadas y marcadas con distintas reflexiones y pensamientos, una barriga sobresaliente que quedaba justa en el espacio de la silla y unas piernas gruesas que me hicieron imaginar cómo se verían sobre mis hombros. Poco a poco interactuabamos en la clase, nuevamente todo académico, hasta que nos empezamos a tomar confianza, sin embargo nunca me llamaba por mi primer nombre ni me sostenía la mirada más de dos o tres segundos, lo que me daba un vistazo a los alcances de su carácter sumiso. Eso solo me excitaba más pero mis "reglas" no me dejaban dar el siguiente paso. << es solo un estudiante, podría asustarse y dar alerta a los directivos de la universidad y mi trabajo y buen nombre quedarían comprometidos>> pensaba. Un día lluvioso, jueves en la tarde, decidí intentar algo más con él y le pedí ayuda con unas carpetas de unos procesos que no debían mojarse y tenía que llegar hasta mi carro, sin pensarlo dos veces me recibió casi todas las carpetas y me dejó ...
solamente una bajo el pretexto que yo era quien debía abrir el porta equipaje. Caminaba torpemente intentando equilibrar el peso que tenía entre sus brazos y el paraguas pero no fue muy ágil; en ningún momento vi que intentara irse aún cuando ya había terminado su labor y me pidió que le diera el visto bueno para irse, pero al verlo mojado le ofrecí llevarlo a su casa. Estaba mojado enteramente, la ropa mojada se pegaba a su cuerpo lleno de carnes esperando ser abusadas y su piel, de gallina por el frío, me tentaba a acariciarlo. Le ofrecí mi abrigo y entramos al carro, una vez dentro no aguanté más y me arriesgué a besarlo, él no dijo nada y simplemente me respondió el beso, esa era la confirmación que esperaba... deseaba saber que quería entregarse a mi y que lo hacía por voluntad propia. Lo acaricié y le quité la camisa, el cubrió su cuerpo pues decía sentir vergüenza, aún no entiendo de qué. Su cuerpo era un lienzo perfecto para las torturas más descabelladas y cuando llegamos a su casa (vivía solo en una casa arrendada) me invitó a tomar café para pasar el frío. Yo tenía otros planes para él y haría que él mismo lo pidiese a gritos. La casa era modesta, organizada casi de manera compulsiva y todo tenía un orden claro. Eso me facilitó el ubicar las cosas y tenerlas a mano. Recuerdo que tan pronto me entregó el café, temblaba y lo derramó sobre el tapete de la sala y con un trapo lo empezó a limpiar, aproveché ese descuido y le dí un golpe en su abundante trasero y cayó al ...