1. Solos en la oficina


    Fecha: 15/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... un tanga gris. "Uff... que culito que tienes... me pones a 100!" Tras bajar el pantalón, J. siguió acariciándome, mientras también me bajaba el tanga. Separó mis piernas con delicadeza un poco más, y fue entonces cuando, agachándose un poco, lamió suavmente mis labios, provocándome un escalofrío de placer. Separé las piernas todo lo que pude sabiendo que iba a disfrutar de uno de los mejores franceses de mi vida. J. empezó a lamerme despacio, poco a poco, penetrándome a veces con la lengua y jugueteando con los labios. A veces parecía que daba besitos tiernos, otras lamía con tanto frenesí que yo no podía dejar de gemir de puro placer. Durante unos minutos siguió allí, entre mis piernas, llegando a provocarme un orgasmo y dejándome muy, muy mojadita. Cuando ya no podía más, me di la vuelta y me senté encima de él, en la silla, mirándole de frente. Empezamos a besarnos o más bien a comernos a besos, excitados, como locos, casi salvajes. Le quité la camiseta de un tirón y le lamí el cuello, mientras que él apretaba fuertemente mis caderas contra las suyas, donde su excitación se mostraba cada vez más evidente. Yo me moría de ganas de que me penetrara, estaba excitadísima, y le desabroché el pantalón. J. me ayudó a quitárselo del todo y se quedó en slips debajo de mí. Yo misma metí la mano y saqué su pene con una erección brutal, a punto de reventar. "Fóllame, métemela entera, anda" "Mmmm ya? Quieres que te la meta hasta el fondo, que te haga gemir de placer, que no pare de ...
    ... follarte hasta que te corras, hasta que me supliques que pare?" "Mmm! Siii!" J. entonces se bajó un poco el slip y yo me coloqué encima de él con cuidado. Estaba tan húmeda que entró casi del tirón, y fue como un orgasmo instantáneo. Los dos no podíamos parar de gemir, mientras empezábamos a movernos encima de la silla. Apoyando mis pies en el suelo, saltaba encima de J. mientras lo miraba con los ojos más lascivos que podía poner. El ritmo aumentaba rápidamente, era tal el placer que queríamos más, más deprisa, más profundo. Pero de repente J. me hizo parar y me susurró "No te gustaría probar otra postura? Tu favorita, por ejemplo?" Ya sabía a qué se refería, se lo había comentado muchas veces. No había nada que me diera más morbo que hacerlo encima de una mesa. Así que me incorporé y me senté encima de la mesa del propio J., apartando el teclado y el ratón. Le miré sonriente mientras se levantaba de la silla y se acercaba a mí. J. me colocó sentada justo al borde de la mesa, y yo me incliné hacia atrás. Me separó bien las piernas y me penetró, primero con dulzura, poco a poco, rozando apenas los labios con la punta. Aquello me excitaba aún más, gemía suspiraba y me entraban ganas casi de gritar. Luego fue entrando más, gradualmente, metiéndola y sacándola poco a poco, temblando de placer. Así, hasta que entró del todo, penetrando hasta el fondo, con un gemido, para luego sacarla de nuevo y empezar con un ritmo desenfrenado. No podía más. No dejaba de gemir, ya casi gritando sin ...