El negro Gerardo y yo
Fecha: 15/02/2018,
Categorías:
Bisexuales
Sexo Interracial
Autor: SELENE KONTAKT, Fuente: CuentoRelatos
... luego succionar y lamer mi ano. Fue maravilloso. Yo estaba en un viaje cósmico y así me quede por varios minutos, hasta que sentí su miembro hermoso que se perfilaba para entrar dentro de mí. Gerardo volvió a hacerme el beso negro y, al finalizar, deposito mucha saliva en mi añito. Luego me acomodó boca abajo y comencé a sentir el calor de su miembro que se desplazaba buscando entrar en mí. El calor de la cabeza de su miembro se sentía riquísimo y lo disfrute el poco rato que estuvo fuera de mí, porque luego ya pugnaba por entrar en mí. Lo hiso despacito, pero dado el enorme tamaño de su miembro, que medía alrededor de 20 centímetros y era grueso y duro, era inevitable que me hiciera doler. En realidad, mientras me la empujaba, sentía una combinación extraña de placer con dolor. Poco a poco fue entrando en mí y, una vez dentro de mí, el dolor se fue disipando de a pocos y, luego de unos minutos, lo que sentía era un enorme placer de tener a mi hombre, a mi negrito lindo, dentro de mí. Gerardo estuvo así, entrando y saliendo de mí, por un buen rato. No recuerdo cuanto tiempo estuvo. Lo único que sé es que estaba en el cielo y cuando terminó y se vino dentro de mí, ya había comenzado a amanecer. Esa fue mi primera vez con mi negrito hermoso. A pesar de que no fue nuestra mejor noche de amor, guardo un hermoso recuerdo de aquel momento que, inesperado, fue muy especial para mí. Al día siguiente volví, esta vez ya sobrio, y volvimos a pasar la noche juntos. Luego se me hizo ...
... costumbre y lo buscaba tres a cuatro veces por semana. Antes de finalizar la primera semana, él me hablo y me dijo que sentía algo especial por mí y que no se sentía bien haciendo de “flete” conmigo, por lo que me propuso ser mi enamorado. Por supuesto que acepté de inmediato. El me pidió que le diera algo de tiempo para que dejara de ser “flete”, mientras buscaba algo más en que ocuparse. Yo le pedí que se cuidara siempre, que lo hiciera con protección y le dije que lo iba a esperar para que arreglara la situación. No paso mucho tiempo y lo dejo. Gerardo había estudiado para ser docente de secundaria en una universidad pública y consiguió trabajo en su carrera. Fue así que iniciamos una relación que duró casi tres años, hasta finales del 2002, más o menos. Los dos primeros años fueron de mejora continua y superamos con creces lo que paso en nuestra primera noche de amor. Él era un mandingo alto, bien negrito, bello. Yo, en cambio, era chiquita, lampiña, bien formada. Ambos nos complementamos bien. Luego, vino la rutina que, con el paso de los meses, llevó a concluir la relación de mutuo acuerdo. Él, por entonces, quería formar familia con una chica de su raza que había conocido, con la que se terminó casando. Yo no podía impedir su partida. Lo deje ir y solo le pedí que fuera feliz con ella y que atesorara el recuerdo de nuestra relación. No sé si lea este relato, pero si lo lee, va a reconocer de inmediato que hablo de él y de mí, de nuestro amor prohibido, que sigue inspirando ...