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Tarde de sexo con Laurita, la amiga de mi madre
Fecha: 09/02/2018, Categorías: Sexo con Maduras Erotismo y Amor Autor: Cirorock31, Fuente: CuentoRelatos
... en mi estómago, como un calambre que lentamente se me iba yendo. Ambos sabíamos que mi madre tardaría un buen rato. Ambos también sabíamos que el encuentro por fin se daba. Yo estaba como una pava hirviendo y Lau estaba tocándose su entrepierna por sobre su vestido. Yo en unos minutos me enteraría que Laurita perfumaba su ropa interior y que le encantaría como le saboreaba su clítoris. Ni bien dejamos ese instante de silencio en el pasado, nos buscamos con nuestras bocas y lenguas. Nos saboreamos derritiendo nuestros enhielados prejuicios. Utilizamos nuestras lenguas para transgredirnos en cada rincón de nuestro cuerpo. Luego de besarnos, Laura me pidió que le besara su sexo. Me decía: - ¡Ay pendejo que bien me chupas la concha! Ahhh! Más fuerte le metía la lengua, le cogía con mi lengua y sentía ese sabor a flujo vaginal que me hacía perder la cabeza. Ella la empujaba para que sintiera más mi boca sobre su vagina. Cuando terminé, le saque su tanga dejándole el vestido pero subiéndoselo para poderle ver su precioso culito. Me mostró esa manzanita y desde luego metí mi lengua por su ano, mordiendo esa espectacular manzana suya que parecía invitarte a un banquete de ...
... lujuria. Cuando humedecí bien sus dos agujeros, ella siguió en posición perrito, con su culo mirando a mi cara. Tenía mi pija dura como una roca y de espaldas a mí, Laurita me pajeaba como si ordeñara una ubre. Ella estaba acostumbrada a ordeñar machos y su premio era sacar toda la leche para su deleite. Pero todavía no elegiría eso, en lugar de hacerme acabar, ella se metería mi trozo por su vagina. Yo comencé a penetrarla despacio mientras se le perdía la mirada. Ella sentía mis embates sobre su húmeda vagina y yo miraba ese lindo culito suyo. Laura se veía hermosa con su pelo lacio y su pinta de puta refinada. Ella se dio vuelta y me pidió que me la coja tipo misionero, luego la alce, mientras ella se subía por sobre mi cintura y la subía y bajaba penetrando una y otra vez su concha. Me dolían los brazos que ya no sentía, pero el placer de estar por explotar era cuestión de segundos hasta que quise sacarla pero ella dijo: - ¡No manu! ¡Acabame adentro! No tuve otra que echarle toda mi leche dentro suyo. Ella suspiro alegre mientras metía sus dedos en su vagina para saborear mi leche mezclada con sus jugos. A los cinco minutos llegó mi madre, apenas ella se ya se había ido. FIN