Resultado de un deseo
Fecha: 13/09/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... como dije antes, no todas las patatonas son aptas para el tipo de injerto que yo había escogido. En realidad tardé un poco en percatarme de que lo que me estaba proponiendo es que me bajara las bragas de una puta vez, pero no supo bien cómo expresarlo. Muy raro viniendo de un profesional. Su propia vergüenza me incomodo a mí más que a él. Intenté ser lo más natural posible y me desabroché el pantalón para bajármelo hasta las rodillas y, seguidamente las bragas en el mismo sentido. Luis se acercó a un dispensador de guantes nuevos y cuando se los hubo puesto se agachó frente a mí para intentar comprender la topografía que debía atravesar más tarde. No pareció muy concluyente su opinión y, agarrándome por la mano con suma delicadeza, tuve que llegar hasta la silla dando pequeños saltos. Al sentarme sobre un papel hospitalario que cubría el asiento empujó mis dos piernas cerradas hacia arriba para acceder más explícitamente a mis labios vaginales, que no dudo en abrir con los dos dedos de una sola mano. Me pidió que aguantara las piernas alzadas sujetándolas con mis manos, y así disponer de las suyas para examinarme con más detalle. Ahora sí que parecía obrar como un profesional. No daba la sensación de que estuviera manipulando el coño de una veinteañera, más bien parecía estar cambiando un enchufe de la pared. Y esas son, precisamente, las situaciones que más morbo me dan y más caliente me ponen. Y mi chico al otro lado de la puerta. Luis se había sentado en una butaca móvil ...
... que sobresalía de la parte inferior del armatoste metálico sobre el que tenía mi culo clavado. Sus dedos tanteaban mi zona clitoriana y, por fin, se manifestó: �Tienes suficiente piel para perforar aquí, tal como querías� Eso me alivió porque, finalmente, iba a proceder con el trabajo y no obligaría a demorar una situación que empezaba a ser embarazosa para mí. Mi posición era bastante comprometida y para colmo, a medida que yo me relajaba, notaba cómo el principio de una excitación real subía por la médula espinal. �Sentirás un pequeño pinchazo, intenta no moverte, será solo un segundo. Coge aire cuando yo te diga�, me advirtió Luis. Se giró para abastecerse de la pistola y de una herramienta que no fui capaz de reconocer y, cuando volvió a centrarse en mi sagrada raja se quedó inmóvil ante la misma. No dijo nada. Solo pareció haber oteado algo que no había sido planificado. Cuando le pregunté si iba todo bien, me soltó: �Te has mojado muchísimo, de repente�. ¡Dios, no podía ser! ¡Un puto dejavú! Se me puso cara de póquer. Súbitamente noté cómo me entraban los calores del sofoco más abyecto. Por el mero instinto alargué una de mis manos para pasarla por mi vulva y comprobar la afirmación de Luis, mientras yo aún soportaba el peso de mis propias piernas en lo alto. �Joder, es verdad�, solté con el semblante desencajado por la obscenidad que estaba ofreciendo a mi oyente. �Lo siento, de veras...� �Tranquila�, me interrumpió mientras no pudo evitar sonreir. �¿No te folla bien el ...