Ana (9)
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... sin forzarla.— tranquila, te va a gustar. Ana sopesó la situación. Tres hombres contra ella, una mujer diminuta que no pesaba ni cincuenta quilos. Su única opción era gritar, pero probablemente cuando emitiera el primer sonido le taparían la boca y la lastimarían. No quería que la lastimen. Tenía pavor a que le desfiguren su precioso rostro. Así que descruzó sus brazos, lentamente, al ritmo que le indicaba el tipo. Sus tetas quedaron a la vista de todos. El hombre de aspecto aborigen deslizó sus manos ágiles, a través de sus muslos, subiendo despacio, hasta llegar a uno de los pezones. Se lo pellizcó con dos de sus dedos, observando el efecto que causaba en la anatomía de Ana. Sus pechos se hincharon mientras el tipo seguía pellizcándola, y el pezón se endurecía. La cara de Ana reflejó el placer que estaba sintiendo, y sus ojos se desviaron a Federico, quien, todavía vestido, observaba todo con una expresión severa. El tercer hombre se les sumó. Se había desnudado por completo. Tenía su falo erecto y dos bolas grandes y peludas colgaban de él. — ¿No te acordás de mí, no? —dijo el hombre mientras se subía a la cama y le arrimaba su poderosa pija a la cara.— me cruzás todos los días, cuando pasás por el puesto de diario, y no te acordás de mí. —agregó el hombre apuntando su mástil a los labios de Ana— Yo me acuerdo todos los días de vos. No sabés las ganas que te tengo. —cuando sintió el glande en sus labios, Ana abrió la boca y el joven rubio le introdujo la verga. Agarró el ...
... tronco con una mano y chupó la pija del hombre, mientras el otro le mordía un pezón, haciéndola estremecer de excitación. Ana pensó que ya que la obligaban a hacerlo, no estaba mal disfrutarlo. El de rasgos aborígenes terminó de comer sus tetas, y fue bajando, dando besos en cada centímetro de su cuerpo, hasta llegar a su sexo. Mientras seguía mamando del rubio, sintió los masajes en el clítoris, comprobando que el hombre era tan hábil con la lengua como con las manos. El rubio sacó la verga de la boca de Ana y comenzó a golpearle con ella el rostro. Acto seguido eyaculó, desparramando su semen en las tetas y en la cara de Ana. Mientras tanto ella misma estaba llegando a su clímax. Su concha estaba que estallaba. Había empapado la cara del tipo con sus fluidos, su cuerpo se contrajo. Agarró la cabeza del hombre con furia, y acabó en su cara, frotando su sexo con el rostro de aquel desconocido. Lo hacía con furia, pareciera que quería devolverles un poco de la humillación que le estaban haciendo pasar cada vez que, con movimientos pélvicos, refregaba su vagina colmada de fluidos en el rostro de aquel hombre. Sin embargo él, lejos de sentirse agredido por la presión de esa concha, los disfrutaba muchísimo, y se deleitaba tragando los flujos vaginales. Todavía estaba con los efectos del orgasmo cuando el rubio la hizo girar sobre sí misma dejándola boca abajo. Le dio un mordisco en el culo, y luego enterró un dedo en el ano. Se lo metió una y otra vez, hasta que se le produjo una ...