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Entrega total (capítulo 4)
Fecha: 03/01/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... su parte exhibiéndose, moderadamente, como una puta. Lo de moderado es porque en ocasiona se encontraban con conocidos y no era cuestión de causar mala impresión. Esos fines de semana en que Paco estaba en casa, fregaba el suelo de rodillas, como lo hacían nuestras madres antes de la aparición de la fregona. Entonces, el amo siempre la ponía un plug con un penacho de pelo a imitación de la cola de un perro. Mientras fregaba, Marta meneaba el trasero haciendo agitarse al penacho. Paco se situaba detrás y desde allí admiraba el chocho de Marta que aparecía y desaparecía escurridizo con el vaivén de la cola. La primera vez que la vio así, sin más historias de la metió hasta el fondo y la folló salvajemente. Había algo en la escena que le atraía enormemente. Descubrió que aunque su esclava le atraía de forma general, los pies de su sumisa lo hacían en particular. Arrodillado detrás de su precioso culo, cogió los pies y empezó a masturbarse con ellos: pasaba la polla por el hueco que forman los arcos de las plantas a modo de vagina, pasaba el glande por los dedos. Finalmente, se corrió llenándola los pies de esperma. Cuando terminaba de fregar no la permitía incorporarse. La ponía un collar de cuero y con la cadena de la mano la paseaba por el interior de la casa y salían a la terraza recorriéndola varias veces. En ocasiones, la hacía parar y de rodillas se incorporaba imitando a un perro y sacando la lengua. La ofrecía la polla y Marta se la engullía. Repetían la operación varias veces hasta que terminaba corriéndose. A continuación, se sentaba en el sillón con Marta acurrucada a sus pies después de servirle una copa. Su vida se había convertido en una rutina de dolor y placer, y Marta estaba a punto de ser la sumisa perfecta, pero todavía la quedaba mucho dolor que soportar: el entrenamiento no había concluido. Todavía tenían que ir a la casa del campo dónde Paco llevaba tiempo preparando el espacio dónde Marta iba a chillar cómo nunca lo había hecho.