De la piscina al cielo
Fecha: 11/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... agua. "Realmente estoy salido" pienso para mí mismo al ver como mi erección aumenta, sobre todo porque está muy buena y ya ha pasado por mi cabeza cómo hacer para tirármela lo antes posible. Además ese bikini me está poniendo enfermo de lo poco que oculta las partes de su cuerpo que más me gustaría ver. Ella es una chica de aproximadamente 1'70 metros de altura, ni flacucha ni gorda, quizá en su justa medida, o al menos la medida que a mí me gusta. Es morena, de largos cabellos ondulados que caen más o menos hasta sus pechos. Su piel es también tirando a morenilla... se nota que lleva tiempo en la playa, y que le gusta tomar el sol. Ahora mismo está dando unos largos en el agua, y lo hace realmente bien. Al poco se decide a salir, parece que ya ha tenido suficiente... se sacude el pelo y se acerca donde había dejado sus cosas. No dejo de pensar, aún bajo los efectos de mi erección, cómo podría hacer para entablar una conversación que me permita posteriormente llegar más allá, y como ya he dicho antes, podérmela follar. El problema es que no hay nadie ni nada que me facilite la labor, así que si me acerco a ella se notará a la legua que lo único que quiero es ligármela. Pero al igual que ocurrió cuando estaba en la terraza, de pronto se gira y me mira, y después de sonreírme coge sus cosas y se dirige hacia mi. Yo ya estoy... casi me dan ganas de salir corriendo y hacerme una paja en cualquier sitio. Cuando llega a mi altura me pregunta "¿te importa que me siente aquí?". Ella ...
... está de pie mirándome mientras me habla, chorreando todavía gotitas de agua que se deslizan a lo largo de sus piernas, y yo por supuesto admito (¡y quiero!) que lo haga. No tengo ni que decir que oculto como puedo el hecho de estar empalmadísimo, así que cojo una postura con la que no se nota nada y me dispongo a prepararme para "atender" a mi nueva amiga. Después de las típicas presentaciones "hola yo soy tal... y yo Pascual..." justifica el hecho de haber estado mirándome constantemente y de haberse decidido a bajar, argumentando que le había dado muchísima envidia lo bien que me estaría sentando el baño. Parece ahora como si lo atrevida de los otros momentos se hubiese convertido en "ahora te toca atacar a ti que yo ya he hecho suficiente". Yo no suelo ser muy bueno para esto de ligar, así que nos limitamos a mantener una conversación acerca de cosas banales y típicas que se suelen decir en estas ocasiones. En estos aproximadamente 20 o 25 minutos de charla mi pene ha vuelto a su estado habitual, quizá porque ahora en el fondo pienso que no voy a tener la posibilidad de llegar más cerca de ella de lo que estoy en este momento. Quizá ella se da cuenta de que yo no sé como atacar, así que ni corta ni perezosa y sin cortarse lo más mínimo porque ella también quiere lo que quiere, me invita a su apartamento con el pretexto de tomar "una copa o un café". De pronto, y como se dice por donde yo vivo, se me bajó el cerebro a la punta de la polla y ya no fui capaz de articular más ...