Sexo con la tía Mary. La tía me hizo su hombre, yo la hice mi mujer
Fecha: 22/12/2017,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
Llueve, la tarde es triste, me pongo sentimental…, momento para el recuerdo, esta mi historia de cuando la “tía Mary” me hizo sentir bien hombre. Fue durante unas vacaciones, un tiempo de aprendizaje, ese verano me hizo hombre esa mujer inolvidable, que aún sigue latiendo en mis recuerdos más entrañables. Había terminado el colegio secundario, según decía mi abuela era un “lindo pibe”, claro que las abuelas no son creíbles siempre exageran, pero también se lo escuchaba decir a la tía Mary, algo más creíble, era trigueño y bien parecido. Como mi madre tenía ciertos problemas de motrices, pasábamos mucho tiempo al cuidado de la “tía Mary”, no si realmente era tía en por línea de sangre o era del modo que solíamos llamar así a las amigas de la familia que nos visitaban tan asiduamente, pero esta tía, además de visitarnos seguido, solía pasar mucho tiempo viviendo en casa, a veces por meses. Ese año, igual que el anterior, nuestro padre había decidido que él y mi madre no se podían ausentar, la tía Mary nos llevara al campo familiar, propiedad de mi abuela, cercano a la ciudad de Dolores en la prov. de Buenos Aires. La tía Mary hacía las veces de aya o cuidadora, como de cuarenta años, una mujer que le gustaba ver a los hombres, sobre todo al capataz de la estancia que no le despegaba los ojos de su trasero, sobre todo cuando lucía esos pantalones súper ajustados que hacían lucir su figura, y que me hacían poner de muy mal humor, sobre por no poder hacer nada para evitarlo. ...
... Ella siempre tuvo una especial forma de atenderme, diría que podía entender mis estados de humor, me conocía como nadie, también era la confidente de mis cuestiones de súper intimidad. Ella me había descubierto en actitudes de sexo, o como se llame, a cuando entró al cuarto de huéspedes y me encontró enseñándole a mamar mi verga a esa compañerita del colegio, y en otra ocasión, también por accidente intentando hacerle “la cola” y mamarle las tetas a una amiga de mi hermana. En ambos casos ella guardó riguroso silencio y hasta discreción porque no me hizo comentario alguno. Sobre este segundo caso a los pocos días, me llamó a su cuarto, en la hora de la siesta, cuando nadie pudiera molestarnos, las cortinas ponían el ambiente de penumbra. - Luisito, puedes darle una vuelta de llave a la puerta. Me gustó así, la penumbra y que nadie pudiera molestar era parte del acuerdo de mantener ese secreto entre los dos. Creo que lo hizo para hacerme sentir mayor, y así lo sentía. - Ven. Aquí, recuéstate que te voy a enseñar como debes hacer para que tu chica se sienta bien. Ya le hiciste el amor? -puse cara de asombro. – Bueno, digo si… tuvieron sexo? - No, bueno sexo… sexo… no. Aún lo hice con ninguna, tampoco por la que me viste la vez anterior. – Nada de nada… -dijo Mary. –Nada de sexo, digo de… metérsela -Por ningún lado? –pregunta algo incrédula. – Ya te dije, que no se la metí… no por falta de ganas, sino por… por… no sé… ellas no se dejan y yo ni sé cómo “apurarlas”… - Hay… mi bebé… ...