Tocárselo a mi vecina delante de su marido
Fecha: 11/12/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Lesbianas
Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos
Mi vecina Rosa es una mujer muy tierna y muy amable. Somos amigas íntimas desde el invierno pasado, desde una tarde que en la que le acaricié el coño bajo su mesa, estando junto a su marido; sin saber él que la estaba tocando en su presencia. Rosa tiene unos 35 años, es bajita, algo rellenita y muy sexi. Es tan sensible y dulce al hablar que se me ponen los pezones duros en su presencia. Somos vecinas y, sin molestar, siempre está pendiente de ayudar a mi madre en lo que necesite en casa. Mi madre, que es bastante mayor que ella, la deja ayudar muy agradecida, porque sabe que Rosa lo hace de corazón. Mama es para Rosa como la hermana mayor que nunca tuvo. Un día, al llegar yo de la facultad, vi a Rosa ayudando a mi madre con el arreglo del jardín; sus piernas permanecieron abiertas en mi presencia, sin recato, al ser yo también mujer (ella no sabía de mi bisexualidad). Sus braguitas "escuetas" dejaban ver el comienzo de su abultado bollo "asomándosele" por los lados, en ese momento la deseé. Me atraía ella y también su ternura al hablarme, fue como un deseo instintivo que, en mi mente, no tenía espera. Desde ese momento la "acosé" cariñosamente, hasta hacerme más amiga de ella de lo que lo era mi propia madre. Rosa tiene un marido que "le da a la botella", casi todas las tardes se pone medio tibio en el bar y, cuando regresa a su casa, termina "la función" con otras dos o tres cervezas sentado en su butaca. Tras un par de tardes juntas yendo "de tiendas" a comprarnos ...
... trapitos, Rosa me invitó a merendar en su casa. Después de ese día le hice varias visitas seguidas, porque quería que me deseara; era como querer cambiarla para poder tenerla. Intentaba atraerla vistiendo muy sexi al visitarla, poniéndome las minifaldas más cortas y sexis que tenía combinándolas con mis blusas casi transparentes; intentando despertar en ella algún deseo o alguna mirada que me movieran a intentar besarla. Lo que conseguí en cambio fue despertar el deseo de "su Paco". Cuando estaba allí, Paco me miraba con descaro delante de su mujer; sin importarle mis 23 años ni la presencia de Rosa. Tras un mes de visitas, un día, Rosa me miró con deseo tras una de mis disertaciones extensas sobre cualquier tema; le gustó mi belleza natural al agitar mis cabellos mientras hablaba. Pudo ser una ilusión solamente, pero el detector de "presas" ya se había puesto en funcionamiento dentro de en mi cabeza, ¡no por ser yo mala!, sino por ser vital. Un día después, al llegar a su casa, me senté con ella en el sofá, estábamos solas, ella con falda por las rodillas y yo con minifalda; me pregunto: —Margarita, antes de que venga "mi Paco"; dime por favor, ¡si no te molesta tener esa confianza conmigo! ¿Tú te tocas estando sola?, ¿te tocas tu sexo?, o no lo haces. — ¿Y eso Rosa?, que extraño viniendo de ti; si, me toco, me toco muchas veces, algunas hasta correrme; ¿porque querías saberlo? —Perdona mi descaro chica, pero últimamente me siento muy bien contigo y muy cercana. Margarita, me toco ...