1. Un domingo cualquiera


    Fecha: 05/12/2017, Categorías: Lesbianas Autor: rincondelmorbo, Fuente: CuentoRelatos

    ... sudando un poco. De las cosas que más recuerdo de ese día fue ese momento, nos quedamos así mucho tiempo, no se me olvida que no dejaba quietas las manos, y lo que más me gustaba era sentir su piel sobre la mía, el sudor hacía que se deslizara muy suavemente sobre mí. Besos y más besos, o más bien parecía un beso que no tenía fin; sólo despegaba sus labios de los míos para besar otra parte de mí y seguirme haciendo sentir esa sensación tan deliciosa que me tenía entre las nubes; sus manos recorrían todo mi cuerpo, las sentía en mis senos, en los costados de mi cuerpo, a veces las bajaba por mi espalda y sus dedos se escurrían por debajo de mi pijama, jugaba con el borde de mis tangas. Me hizo sentir como una dulce paloma al lado suyo, por la forma en que me estaba dando placer me percaté de que Victoria tenía más mundo que el mío y eso que yo era mayor que ella. Se corrió un poco hacia atrás, su mano llegó hasta mi coñito, sentí un alivio impresionante, ya estaba cansada de tanto apretar mis piernas en un intento por darle placer a mi coño; los dedos de Victoria se sintieron como la gloria cuando los puso sobre él; disfruté muchísimo mientras lo frotaba. Tomó mi mano y la metió entre sus tangas; yo me sentía torpe ante la destreza que mostraba Victoria, no sabía muy bien qué hacer en esa situación; me dejé guiar por mi arrechera; la toqué de diferentes formas hasta que sus gemidos me indicaron la forma correcta de hacerlo. Me terminó de quitar lo que tenía puesto, me ...
    ... acomodó bocabajo poniendo su muslo en mi vientre; el borde de su mano presionaba mi coño mientras la otra apoyaba la punta de los dedos en mi espalda y la recorría toda, desde el cuello hasta mis nalgas y viceversa; yo no dejaba de gemir constantemente simplemente porque ella no dejaba de hacerme gozar. Me penetró con su dedo pulgar y continuó presionando el resto de mi coño con el borde de su mano; me tenía gozando de esa forma hasta que sentí su lengua en mi espalda; la sensación fue tan fuerte que mi cuerpo se retorció de placer, me hizo llegar al orgasmo. Me giró, quedé bocarriba, se puso detrás de mi y se fue corriendo hasta que mi cabeza quedó entre sus piernas, tenía su coñito en frente de mi cara, lo contemplé por un momento, se agachó un poco y lamió mi entrepierna -me puso la piel de gallina-; su lengua recorrió mi coño mientras separaba más las piernas haciendo que el suyo entrara en contacto con mi boca; yo lo lamí igual que ella hacía con el mío; me ponía muy perra ponerla a gemir mientras succionaba duro su clítoris, le hacía encorvaba la espalda, lo sé porque cada vez que lo hacía dejaba de sentir su boca en mi coño por un instante y podía escucharla gemir más fuerte. Hubo un momento en el que levantó su cuerpo, sus gemidos se hicieron más largos y ahogados, y sus manos se aferraron ferozmente a mis piernas; después de eso volvió a apoyar su cuerpo sobre el mío y chupó mi coñito hasta que me hizo venir otra vez. Quedé complacida y perpleja al mismo tiempo, quién ...