A esa casa me llevó Yanina
Fecha: 31/08/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
A esa casa me llevó Yanina. Yanina es mi amigo Juan. Nos conocimos en el instituto. El era decididamente gay y lo llevaba con una soltura provocativa. Nos hicimos amigos desde el principio y se convirtió en la primera persona en conocer mi secreto. Una tarde en que estábamos haciendo la tarea en su casa le conté que desde chico me encantaba vestir de mujer. Se sonrió y me propuso que nos montáramos juntos. Tenía un arsenal de ropa, pelucas y cosméticos y, como éramos de la misma talla, tenía para elegir. A pesar de que teníamos la misma edad Juan me adelantaba en todo, así que lo dejé hacer. Nos tardamos como dos horas pero el resultado fue increíble. Mi amigo me había transformado en una diosa sexy y él había dejado salir una Yanina tan bella que cuando nos vimos en el espejo un temblor erótico recorrió mi piel dando paso al simple placer de mirarme. Tenía mis largas piernas depiladas enfundadas en unas medias negras transparentes que culminaban en una botita negra de taco que me levantaba el culo. Un vestido de un suave celeste con unas flores rosas se ajustaba sobre mi torso y se abría en una falda que, desde la cintura, realzaba mis caderas. Me había puesto un corpiño y una bombacha mínima de encaje. Para completar, y sin que yo pudiera ver el lo que hacía, Juan estuvo como una hora maquillándome y el resultado no pudo ser más asombroso, mis ojos de miel con unas pestañas que resaltaban sobre la sombra que los entornaba, la boca roja y el rubor justo en las mejillas. Juan ...
me miró, satisfecho de su obra. Hasta las uñas me había pintado y anillos, pendientes y pulseras me tintinearon cuando di los primeros pasos como Gabriela. Estuvimos varias horas tonteando así vestidos. Le conté de mis fantasías sexuales, de los hombres que había soñado follarme todos esos años y que nunca realizaría. Quiso besarme y lo rechacé. -Si te interesa –me dijo, podemos arreglar un encuentro con unos chicos que conozco para que te desvirguen de una vez. Así que, dos semanas después nos tomamos un ómnibus para llegar a una casita humilde del suburbio de la ciudad con nuestros bolsos a cuesta con todo lo necesario. Mi primera vez –pensé- y me montan una pequeña orgía. Llegamos con el sol en el centro del cielo y fuimos recibidos por un hombre de unos cuarenta años quien nos llevó a un cuarto para que nos cambiáramos. Me sentí observado con ojo clínico, como evaluando la mercadería. Nunca supe cual fue su primera conclusión. Lo cierto es que dos horas después entramos en un salón en el que nos esperaban los tres. Juan había reproducido cien por cien mi imagen de la vez anterior. Se ve que a todos les gustó lo que vieron porque hicieron silencio un rato, yo sentía que me miraban con ganas y eso me excitó. Estaba tan nervioso que temblaba como una hoja. Yanina me presentó y pasaron ante mí con unos besos en las mejillas. Ella no estaba para perder el tiempo en charlas y decididamente encaró al más viejo, el que nos había recibido, acariciándole la entrepierna. El hombre, ...