Mis inicios como amo (I)
Fecha: 09/09/2017,
Categorías:
Dominación
No Consentido
Autor: sireleo, Fuente: CuentoRelatos
Nota al Lector. A los que siguen mis relatos, verán que esta serie es distinta a las demás en lo que es el cuerpo, formato y duración, pero fueron los primeros pasos como escritor de relatos unos verídicos y otros inventados, y he querido dejarla así, intentando corregir algunos errores gramaticales que cometí en su momento. Como suelo decir cada cual es libre de creer sin son verídicos o no, eso ya es algo que dejó a elección del lector, y nunca discuto sobre ello. Tengo 50 años y mi primer relato, totalmente veraz, se remonta a mis 23 años, yo en esa época trabajaba en un concesionario de camiones de una marca muy conocida de Suecia, trabajaba como administrativo comercial. Nunca he sido gran cosa físicamente la verdad, 1.75 de alto, algunos kilos de más, moreno y mirada expresiva. Acababa de cortar con mi novia de toda la vida, pues en nuestras relaciones sexuales a mí me faltaba algo, y ella siempre me decía que yo era muy bruto cuando las manteníamos. Por distintos motivos, la empresa tuvo problemas y la marca se quedó con parte del concesionario, pero con la condición de que la dirección de la empresa pasaría a su control, por lo que en menos de un mes nos enviaron a una nueva gerente, sueca, afincada en España, casada (aunque el marido no vino) con dos hijos, morena, blanca de piel y ojos azules, y una prepotencia que iba por delante de ella. Desde el primer día saco el látigo y empezó a echar a gente, reordenar los departamentos y a tratarnos con la punta del pie, ...
como si fuésemos tontos o animales. A mi departamento le tocó el último pero el trato, igual que al resto, insultos, desprecios y vejaciones, total que en menos de dos meses se había ganado el odio de todo el mundo. Y me tocó a mí, me pidió expedientes antiguos, papeles incluso de antes de que yo formara parte de la empresa y documentos que ni yo sabía que existían, pero por miedo a perder mi trabajo, supongo que como todos, aguantaba todas sus humillaciones, pero llegó la gota que colmó el vaso, un día se pasó un familiar mío a visitarme, como había hecho otras tantas veces en mi rato del desayuno, y delante de mi familiar empezó a darme voces y a llamarme tonto y otras lindezas, la verdad es que jamás le había pegado a una mujer pero os juro que en ese momento si en vez de ser una mujer es un hombre le hubiese cruzado la cara. Me encerré en mi oficina y traté de calmarme, pero cuando más lo intentaba más me enfadaba, así que llame a su secretaria y le dije que quería hablar con la Loba, que era como la conocíamos, al rato, sonó el teléfono de mi mesa y me dijo que cuando acabase mi jornada me esperaba en su despacho, así que las dos horas que quedaban se me hicieron eternas pero no me tranquilizaron para nada. Por fin entré en su despacho, siempre sin luz solar, siempre esa odiosa lamparilla que más parecía una sala de interrogatorio que un despacho. Al entrar, su secretaria se marchó y le dijo que si cerraba todo porque nos quedábamos solos, ella le dijo que sí, aunque no ...