Esteban y el sádico pt 3
Fecha: 01/12/2017,
Categorías:
BDSM
Autor: AbogadoSádico, Fuente: SexoSinTabues
... sin levantar la cabeza y me felicitó mi amigo diciendo: “éste está bien mansito, has hecho buen trabajo”, a lo que el perro sacudía su rabo de felicidad y nosotros explotamos en carcajadas. “Nació para esto” dijo finalmente. A: Bueno, yendo al grano. He venido a abusar de tu confianza. Necesito que le apliques algo que lo inmovilice. X: ¿quieres que duerma –anestesia- o qué quieres exactamente? A: no, quiero que sea incapaz de moverse aun si intenta con todas sus fuerzas pero quiero que permanezca consciente. X: Listo, déjame hago unas llamadas y en un rato estaremos listos para empezar. Así fue, él se retiró a llamar no sé a quién y mientras tanto mi perro estaba echado a mis pies, esperando, temblando. Cuando mi amigo regresó, me dio las buenas noticias que había conseguido lo que necesitaba pero que demoraría un poco en llegar. Imaginando que eso podría suceder, le ordené al perro que entretuviera a mi amigo, que empezara por desnudarse de manera que lo lograra excitar y que luego le diera una mamada de campeonato. Empezó a desnudarse, quitándose lento sus zapatos, sus medias, siguió con su camiseta y a cada movimiento se movía todo su cuerpo gelatinoso y carnudo pero necesitábamos divertirnos, por eso justo antes que terminara de quitarse la camiseta mi amigo le dio un golpe bastante fuerte en el estómago que hizo que de inmediato se encogiera de dolor y terminara cayendo al suelo agarrándose su prominente barriga. Nosotros riendo en el sillón lo veíamos retorcerse en ...
... el suelo como un gusano, con la camiseta aún sobre sus hombros, pero tenía un trabajo que terminar, le ordenamos que dejara de perder tiempo y siguiera y como pudo se levantó (me encanta eso de mi perro, no me quiere decepcionar nunca), terminó de quitársela y continuó con el resto de su ropa, quedando totalmente desnudo y presumiendo unos 13 cms en plena erección que solo nos dieron más risa. Es tan divertido humillar los sumisos. Tiempo después llegó el encargo, lo recibió mi amigo y regreso a la sala. Eso significaba que era momento de empezar, entramos a la habitación principal y ahí amarramos al perro con sus extremidades lo más tensas posibles – buscando la menor comodidad posible para él –, amarrado así no podría oponer resistencia y la mordaza le impedía gritar con fuerza, solo podría quejarse de dolor. Mi amigo le inyectó en su brazo derecho lo que me dijo era un relajante muscular muy potente que en ciertas cantidades impide el movimiento casi por completo pero no resulta un riesgo alto para la vida del “paciente”. Tardó un poco en hacer efecto totalmente, desamarramos al perro para comprobar el alcance de la sustancia y en verdad parecía en coma, salvo por los ojos que aún podía mover libremente, siguiéndonos a cada paso, temeroso de lo que venía (me excita muchísimo ver el terror en sus ojos). Una vez que estábamos seguros que no iba a poder escapar aunque quisiera, empezó X por poner una pinza metálica sobre su irrisorio pene, una sobre su escroto, una en cada ...