1. Cuarentena. El estudiante hambriento


    Fecha: 11/05/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Fernando, Fuente: computo.ru

    ... con sus dedos lubricados trataba de dilatar mi agujero. Tomó mis piernas y las levantó colocándolas sobre sus hombros. Le miré a la cara. Hizo un gesto como preguntándome sí estaba preparado, y yo le respondí con un movimiento de cabeza afirmativo. Permanecí expectante. El negro colocó la punta de su verga sobre mi hoyo, y mirándome a los ojos empujó lenta pero firmemente. Sentí cómo su polla se abría paso dentro de mí, noté cómo mi esfinter cedía a la presión de su rebaldizo glande. En unos segundos, superó la entrada, pero no siguió adelante. El negro se detuvo para ver mi reacción. Esperó unos segundos para que mi agujero fuera relajándose, se acostumbrara a la dureza y grosor de su miembro. Mientras me acariciaba el pecho, pude ver en sus ojos una expresión de pura excitación, de lujuria contenida y de morbp.
    
    Tras esta pausa, hizo fuerza de nuevo y comenzó a meterme su verga poco a poco. Sentí cada centímetro de su polla abriéndose camino en mi sonrosado agujero. Sin prisa, pero sin pausa, su miembro entraba dentro de mí sin remisión. Mi ano fue dilatándose ante el grosor de este cálido ariete. No sentía dolor, tan sólo la sensación de que mi culo se abría y dilataba ante su empuje. El placer era indescriptible. Mi polla se puso más dura aún. Cuando quise darme cuenta, sentí que no podía entrar más, sus huevos estaban ya acariciando mis nalgas. Gemí. Mi corazón  estaba a cien, mientras notaba su cálido miembro ocupando todo mi ser. Me había relajado para no sentir ...
    ... dolor y lo estaba consiguiendo. Mis gemidos se hicieron ahora entrecortados con mis ojos clavados en los suyos. Un suave bufido se escapaba de su boca y sus ojos eran como dos ascuas incandescentes. Lo sentía entero dentro de mi, rompiéndome, invadiéndome, abriéndome la carne y llenándome de la suya. La dejó enterrada hasta el fondo, en lo más profundo de mis entrañas, durante varios segundos. No se movía, pero podía sentir su polla palpitando en mis paredes. Me miraba y sonreía. Yo estaba en la gloria, me encantaba esa sensación de estar lleno, de sentir el calor de sus piernas contra mis muslos y mis nalgas. Me invadía su inmenso placer, mientras dejaba que mi cuerpo se acostumbrara a la dureza de su carne.
    
    El negro bajó su cabeza y me besó, su lengua se abrió paso dentro de mí buscando la mía. Nos besamos durante unos minutos, mientras sentía su polla enterrada en mi culo, sin moverse. Me miró y dijo :
    - "Era esto que querías ?..."
    Yo sólo pude lanzar un gemido de placer, y un gesto con mi cabeza como signo de aprobación, mientras con mis manos llegaba hasta sus nalgas, apretándolo contra mí. Me gustaba... me gustaba mucho. Pero me gustaba más porque no me sentía utilizado, sino porque, contra todo pronóstico, el negro me estaba dando muestras de una ternura insospechable. Yo que lo había imaginado rudo y violento, por ser un machote tan robusto y totalmente heterosexual, ahora me sentía empalado en él, pero abrazado por su tierna mirada. Una mirada lúbrica y caliente.
    - ...
«12...4567»