1. El señor Manuel (VI)


    Fecha: 24/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Voyerismo Autor: dbeni72, Fuente: xHamster

    Apenas llevaría una hora dormida plácidamente, y un ruido me despertó de mi relajado, aunque caluroso descanso. Por unos segundos me retorcí en la cama al sentir la luz del día entrando en la habitación, y eso que solo tenía un trozo de la persiana subida, pero el sueño me dominaba aún. De pronto sentí unos pasos muy ligeros y lentos que se alejaban por el pasillo, y me di cuenta que allí estaba yo, con mi desnudez y mi vibrador morado junto a mi cintura. Mi corazón empezó a latir con fuerza pensando que era un ladrón, y agarré con mucho silencio la sábana para taparme, aunque rápidamente me di cuenta de quién eran los pasos, y que no estaba sola en la casa. Mi primera sensación fue de vergüenza, ya que tenía la puerta abierta, y si los pasos se alejaban hacia la habitación del señor Manuel, es por este se había levantado, y había podido contemplar la escena que había en mi habitación, con mi cuerpo desnudo y con un juguete sexual junto a mí.Me puse solamente el camisón para tapar mi desnudez, y sin pensármelo dos veces, me dirigí descalza hacia donde se habían alejado los pasos. No sé de dónde saqué el valor, pero quería saber si realmente había algún indicio de que nuestro vecino me había podido ver desnuda. Aún no sé de dónde saqué tanta determinación y curiosidad. En todo esto no habrían pasado ni quince segundos, pero allí estaba yo llegando a la puerta de su habitación, y justo allí estaba nuestro vecino, con su pantaloncito de pijama puesto dirigiéndose a su mesilla ...
    ... de noche sin hacer apenas ruido.- Buenos días, Manuel. Muy pronto se ha levantado.-El pobre del señor Manuel pegó un respingo del susto que le di.- ¡Ay, hija, vaya susto que me has dado, no me esperaba a nadie!Y en ese momento, con el susto se giró hacia mí, y ahí estaba la evidencia que me aseguró que había estado mirando. Su pantalón tenía un bulto de una gran polla semiempalmada que empujaba la tela del pantalón hacia delante, y al estar de lado y delante de su ventana, se transparentaba ese grosor apuntando hacia el suelo en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Fue inevitable mirar hacia ese gran bulto, y al darse cuenta donde se dirigía mi mirada, él se giró dándome la espalda, cogió la camisa del pijama, y se con disimulo hizo como que la ponía por delante de su cintura para poder darse la vuelta tapando su bulto.- Perdone, no era mi intención asustarle, pero es que sentí un ruido en el pasillo y me asusté pensando que le sucedió algo.- No, es que fui al baño, y volvía a mi cuarto, y tropecé en el pasillo. Perdona si te desperté.- Tranquilo, dese una ducha, y me da luego ese pijama para que lo lave, que con estos calores de esta noche voy a lavar toda la ropa de cama. Yo me iré al otro baño a refrescarme un poco.- De acuerdo, pero ya me incomoda que te dé tanto trabajo.- ¡Anda, y no diga tonterías! No ve que la lavadora va a ir igual, y nos hace muy feliz poderle tener cerca y en casa. Así yo no me siento tan sola mientras José trabaja. Menudo hombre tan maravilloso que ...
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