Nunca sabes cómo acabará la noche
Fecha: 23/11/2017,
Categorías:
Primera Vez
Voyerismo
Autor: Lauer, Fuente: CuentoRelatos
... habíamos estado en una nudista, pero no era lo mismo. Era una situación muy diferente. En la playa no era el centro de atención como me pasaba en ese momento. No soy una bailarina, le comenté. Dibujó una sonrisa ofreciéndome más dinero. -Solo para mí. – insinuando con su mirada un rincón de la sala. Javier que no podía oír su proposición nos observaba. Le comenté la extraña oferta que me proponían con la esperanza de recibir su ayuda. -Yo hasta te lo suplicaría. –respondió ocurrente. Algo pasaba en mi interior. Miré hacia el rincón que sugirió y se lo señalé. Hacia allí nos dirigimos los tres. Nada más llegar me desabroché la blusa por completo. Temblorosa y excitada alcé el sujetador y dejé que observara mis pechos desnudos. Se recreó en ellos todo el tiempo que deseó. Cuando así lo decidió, me entregó el dinero y se alejó. Con mis pechos de nuevo ocultos y recomponiendo la blusa negra, me sorprendí al oír a un grupo de jóvenes que estaban allí sentados. No había reparado de su cercanía. Estaban vociferando, "¡más, más...!". Les había ofrecido, sin saberlo, el mismo espectáculo. Escuchar a esos muchachos coreándome de esa manera, fue un subidón de ego como nunca. No podía creer que quisieran ver mis pechos. Casi podría ser la madre de alguno de ellos. Me giré, les sonreí y apartándome parcialmente la blusa, volví a exhibirles mi sujetador en su totalidad. Su canto no cesaba “¡más, más…!”. Animada como estaba, estrujé mis pechos con ambas manos ofreciéndoselos. Divertida y ...
... también acalorada por mi osadía, regresábamos a nuestros taburetes cuando un nuevo canto emergió, "¡tetas, tetas, tetas...!" Me di la vuelta y un par de ellos sostenían unos billetes en su mano agitándolos. De nuevo esa sensación en mi interior. Pregunté a Javier que pensaba. Recibí su misma respuesta. Cada vez estaba más caliente y por ende me hacía ser más valiente. Fui hacia ellos. Abrí mi blusa y levanté el sujetador cuanto dio de sí y zarandeé mis tetas cuanto pude. Me recreé mirándolos detenidamente. Uno de ellos se me acercó y enterró un dedo entre mis tejanos. Muy cerca de mi ombligo. Tiro de ellos y depositó en el hueco los billetes que me habían ofrecido con anterioridad. Estaba riéndome de mi temeridad, saboreando un nuevo coctel, cuando mi marido me señaló una zona un tanto especial situada en uno de los extremos del local. Era una zona un poco elevada, casi circular. Recordaba a los palcos de los teatros. En su interior una bailarina ofrecía su show a un par de hombres que la contemplaban. Ella nos daba la espalda mientras se contorsionaba. Por la elevación del lugar y los adornados paneles que lo rodeaban, sólo se podía ver una pequeña parte de su show. Pregunté a mi esposo y contestó que creía que era la zona de baile privado. Quería saber más. Que era eso de un baile privado. Se encogió de hombros y me respondió que nunca había estado y que no podía decirme que pasaba en su interior. Yo seguí mirando y pude ver a esa única bailarina justo en el momento que se ...