1. La Alameda, el parque de los machos. (segunda parte)


    Fecha: 23/10/2019, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Manu, Fuente: computo.ru

    ... saboreando con anticipación el gozo de quedarme una noche entera con un macho como él, esperando tambien que me comería otra vez, mañana, al despertar. Mientras el tomaba una ducha, yo pensaba a la suerte que tenía de estar en un cuarto con un muchacho tan viril, un magnífico miembro del ejercito, joven, guapo y potente ! Siempre me hé sentido atraído por los soldados. Y de verdad esta noche mi presa me gusta mucho. Con su aire de macho con los cojones bien puestos, su pinta de folla-hombres, su andar tan masculino. Y por haberlo ya probado en la banca del jardin, ese olor tan especial que sale de sus partes y de sus sobacos... Uummmm... un macho de verdad ! Juanito salió del baño con una toalla atada a su cintura. Su bulto se notaba, aunque su sexo no estaba erecto. Su cuerpo es como yo lo imaginaba, bien proporcionado, duro, piel cobriza, con los abdominales bien marcados. Juanito se tumba en el lecho, a mi lado. Empiezo a besarlo por todos lados, en el pecho, en las axilas, en su vientre. Le quito la toalla. Un polla gorda, morena de 21 o 22 centimetros sale volando. La piel de su falo es tersa, la cabeza, violácea, bastante hinchada. Debajo colgan unas bolas como pelotas grandes, oscuras y corrugadas.  Ahora sí que el muchacho tiene una verdadera erección ! En la oscuridad del jardin, no había podido darme cuenta del esplendor de su órgano. Ahora no puedo aguantar. Me agacho a él y se la mamo. "Ohhhh, sí, vas bien; putita... eso... ! me gusta como me la chupas... " Su ...
    ... polla es caliente y húmeda, con el líquido preseminal saliendo ya, en señal que el macho está listo !... Juanito me pregunta : "La quieres, putita ? Te la meto en el culo ?" Dije que sí.
    El soldado me dió un beso en los labios, apenas un pequeño toque, y luego otro, más prolungado. Animado por su gesto, me atrevo a meter mi lengua en su boca. El se retira y empujando mi cabeza hacia abajo, me encuentro de nuevo con su miembro a la altura de mi boca "Tragatela, putita !" me pidió. Y yo lo hice, sabiendo en adelante que Juanito no besa los gays ! Sentí la potencia de su verga horadando mi garganta y tuvo una sensación de ahogo. Semejante pitón no cabía mas allá. Pero el militar seguía empujando, tratando de meterse más. En la segunda sofocación, supe que tragarme esa cosa entera era misión imposible; me limité a ensalivarla toda. A ese punto mi soldado me dijo que me volteara. Le ofrecí mis espaldas que acarició de ariba abajo. Tendido en el piso me acomodó su instrumento, pero no me penetró de golpe. Me pasaba su gruesa cabeza por el trasero, lubricandolo con mi saliva impregnada en su miembro y con el líquido preseminal, arrancándome gemidos de placer. Luego me introdujo uno de sus dedos, y en seguida dos, maseando directamente mi orto. Yo no cabía en sí de gozo. Mi macho me tenía prendido. Cuando sintió que había llegado el momento, colocó su punta en mi orificio anal, y presionó un poco. La dureza de su glande era comparable a la piedra. Sentí tres o cuatro picotazos, pero ...