Mi noche con Diana
Fecha: 23/08/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Con cerca de 30 años, yo era profesor de Francés en un colegio mixto de Bogotá, Colombia. Siempre he sentido una especial fascinación por las adolescentes y, a medida que pasan los años, mis deseos por las jovencitas se acrecientan de manera pasmosa. Había tenido historias con varias de mis alumnas llegando, inclusive, a tener planes de matrimonio con dos de ellas. Aunque tenía bastante éxito con las chicas que me gustaban, no todas me hacían mucho caso. Diana era una de ellas. Aunque le gustaba que yo manifestara, a veces con cierto descaro, cuánto me gustaba, estaba enamorada de un estudiante muy guapo de último año. Ella estaba en décimo grado y tenía 18 años. Se sentaba en primera fila y yo no perdía ninguno de sus movimientos para ver un poco más de sus piernas y, en un par de ocasiones, sus calzoncitos. Soñaba imaginando poder tocar aquellas piernas ligeramente cubiertas de vellos rubiecitos como piel de durazno. Cuando teníamos exámenes yo recorría el salón de lado a lado vigilando que no me hiciesen copia. Cuando alguna de las chiquillas tenía la blusa un poco desabotonada yo me las arreglaba para ver al máximo lo que se asomaba. Diana tenía unos senos redonditos y, en ocasiones, se le vislumbraban los pezoncitos oscuritos a través de la blusa blanca del uniforme. Usaba sostenes con encajes y algunos de ellos eran ligeramente transparentes o, por lo menos, a mi así se me antojaban para dar rienda suelta a mi imaginación. Pasó el año y ella entró a último año. Su ...
noviecito, ya graduado, se había enrolado en la Armada y se había marchado a Cartagena sede de la Escuela Naval. Diana estaba de recoger con cuchara. Triste como nunca y muy desubicada. Empezamos a hablar con frecuencia en los recreos y me convertí en su paño de lágrimas. Me contaba con detalles sus amores, me leía las cartas del chico y compartía sus problemas familiares conmigo. Tenía serias discusiones con su mamá por abusar del teléfono llamando a Cartagena. Estaba en una verdadera crisis existencial. Fue así como una noche me llamó por teléfono y me dijo si podía venir a mi apartamento. No lo dudé un instante y le dije que podía contar conmigo para lo que necesitase. En minutos ordené todo lo mejor que pude, alisté unos traguitos, encendí unas velas y me dediqué a esperarla con impaciencia. Como a las siete llegó, entró y nos sentamos a hablar de sus problemas. Había tenido una discusión bastante agria con su mamá, había llamado una amiga a ver si se podía quedar esa noche en su casa, pero la amiga salía con sus padres y no pudo recibirla. Entonces me dijo que si se podía quedar en mi apartamento. Mi mente voló a kilómetros por hora y me invadió una deliciosa necesidad de intentar algo. Hablamos varias horas tomando brandy. Por supuesto que Dianita con unas cuantas copas estuvo pronto jovial y animada. Ya entrada la noche, le dije que si no tenía inconveniente podía dormir conmigo en mi cama con toda confianza. Aunque lo dudó un poco, aceptó. Le presté una camiseta la cual se ...