Abertura al placer
Fecha: 20/08/2019,
Categorías:
Voyerismo
Fetichismo
Autor: Cavrioto, Fuente: CuentoRelatos
Al salir del baño y, una vez dentro de la habitación, se paseó desnuda, ofreciendo un cuerpo de anchas caderas, bien dotado y proporcionado. Ni siquiera se calzó las sandalias ni mucho menos tomó su camisón provisto para cubrir su espalda que yacía con gotitas deslizándose hasta sus tobillos. Athziri fue al espejo, tomó una toalla larga y se la echó al rostro. Dijo algo ininteligible y después comenzó a reír. Pensé que me había advertido; tan turbado estaba que todo suspenso, toda risa o todo ademán se me figuraba que eran dirigidos a mi persona. “¿Y si salgo?”. De pronto tocaron la puerta. Athziri se puso la bata y abrió: -¡Ah, eres tú! Pasa rápido, anda. De acuerdo a mi posición me era imposible ver al nuevo invitado; vi a Athziri sentarse en la esquina de la cama, cruzada de piernas y dándome la espalda. -Bueno, ya traje todo. Nadie nos molestará –dijo de pronto una chica. La voz me pareció conocida. -¡Ay, cállate, mi amor! –Respondió Athziri, quitándose la bata y echándose a la cama. Entonces pude ver una silueta femenina, joven y delgada, con el pecho desnudo aproximarse al santuario. Tomó las piernas de Athziri y las besó, luego tomó las nalgas de mi amiga y las chupó con una ansiedad tremenda. -Tienes buen apetito, zorrita. Ven… Aquello fue pronunciado de forma tan extraña, tan excelsa, que hizo nada más ni nada menos que incitarme a salir, sujetar a ambas y follarlas ahí mismo; pero era contraproducente… me detuve, a pesar mío. -Quiero lamer tu culo en honor a tu ...
belleza, Frida. Todo en ti es delicioso y tu talle incita al corazón de toda voluptuosidad posible. Unas medias negras cubrían hasta la mitad de los muslos de la tal Frida; ella comenzó a bailar de una forma peculiar, casi inexperta pero que, con esos soberbios pilares de carne, bastaron para que mi dardo se levantara, listo para jugar a la distancia y discreción de semejante acto. Paulatinamente, Frida deslizaba sus medias con tácitos movimientos; así, con este paso lento y sensual, dejó desnudos sus talones rosados y suaves. -Querida, ¿puedes seguir? –Le susurró a su amante humedeciéndole el oído. Athziri, por su parte, besó a Frida y obedeció la petición; tomó las medias ya dobladas y desnudó los pies de su querida y los chupó largo rato hasta bañarlos. Ambas se manoseaban las tetas y se murmuraban mil condenas de acuerdo a sus hondos deseos. -Saliste muy putita, mi amor… muy tierna, bebé –dijo Athziri. -¿Crees? Ay… ay, ¡me aprietas! Athziri fue al tocador, tomó un dildo y se abrochó las correas rojas del mismo. Lo sacudió frente a su víctima y las dos comenzaron a reír, excitadas de las locuras impuras que alimentaban sus mentes. -¡Mira lo que te voy a meter, putita! Todo hasta el fondo. Frida se carcajeó. -Esta cosa está más grande que la de mi ex –Respondió. Cesan las risas; sus bocas se juntan y las pasiones se mezclan con honda lujuria juvenil. Sus dedos se entrelazan, se apoyan y ejercitan sus pechos, sus nalgas redondas y rabiosas gozan del calor que las fricciona. Veo ...