1. Chantaje a nuestra maestra de escuela


    Fecha: 05/08/2019, Categorías: No Consentido Autor: xxc, Fuente: CuentoRelatos

    ... dejé el tema de lado. En cambio, sí disfruté mucho de las fotos. Las veía una y otra vez, y me hacía unas buenas pajas antes de dormir. Un día me llegó un mensaje de Marcos, diciendo de juntarnos en mi casa. Yo era el único que tenía un espacio más o menos grande e íntimo, en el primer piso de la casa de mis viejos, y por eso, siempre preferíamos reunirnos ahí. - La cosa es así – Dijo Marcos, una vez que los cuatro estuvimos reunidos alrededor de la mesa, con cerveza fría en nuestros vasos. – La seño Vane vive en Ramos Mejía. Acá tengo la dirección: Sucre 2243. Es una casita cerca del centro de Ramos. – tomó un largo trago de cerveza antes de seguir hablando. Rodri escuchaba con atención. Juan miraba cómplice a Marcos, era evidente que fueron ellos dos los que se encargaron de hacer las averiguaciones. A mí me daba algo de miedo ver cómo Marcos llevaba la voz cantante, porque eso significaba que la cosa iba en serio. - Sigue casada. – acotó Juan, y todos asimilamos el poder de esas palabras. – Mi hermanito le sacó esa información haciéndose el simpático. Y también averiguó que el profe Gustavo también es casado, así que ahí tenemos otro lugar de donde apretarla. – dijo, mirando a Marcos, quien aprobó el comentario con un movimiento de cabeza. - Entonces, ustedes quieren hacerlo en serio. – Dijo Rodri, que parecía tan dubitativo como yo. - Obvio que sí. – exclamó Juan. - Los miércoles llega a su casa a las tres de la tarde. - retomó Marcos, como si no hubiese oído a los ...
    ... otros. - su marido no llega hasta las siete. Eso se lo saqué yo, hace un par de días, cuando me la encontré “de casualidad”, mientras iba entrado a su casa. - ¿Y cómo consiguieron la dirección? – Pregunté, intrigado. - De los libros de la escuela. – afirmó Marcos. – Fui a pedir mi certificado analítico, que supuestamente se me había perdido. Y cuando la secretaria fue a buscar al archivo, revisé la agenda, y de pedo, ahí tenía los teléfonos y las direcciones de algunos maestros. No saben lo nervioso que estaba, pensé que me iba a agarrar taquicardia. – dijo, orgulloso. – Y bueno, después fue cuestión de rondar su casa por unas cuantas horas, para ver cuando caía, y lo demás ya lo saben. - Sos un capo. – Lo felicitó Rodri. - Bueno, el miércoles que viene vamos a visitar a la seño Vane. -dijo Juan. Nadie contestó, la respuesta ya la habíamos dado hace mucho tiempo. Los días pasaron lentos. Las pesadillas no me dejaron dormir bien. Por un lado, la culpa me pinchaba la consciencia, y por otro, el miedo a que la situación se revierta y nos salga el tiro por la culata. ¿Qué tal si no se dejaba intimidar? Sin embargo, a pesar de mis dudas, en el fondo, siempre supe que, llegado el momento, estaría junto a mis amigos, para enfrentar esa empresa peligrosa, pero prometedora. Y el día llegó. Nos reunimos de nuevo en mi casa. Era finales de verano. Marcos y yo empezaríamos pronto la universidad, y Rodri y Juan buscarían trabajo para ayudar a sus familias. La reunión tenía sabor a despedida, ...
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