Mi segunda vez (Capítulo II)
Fecha: 06/09/2017,
Categorías:
Gays
Confesiones
Autor: AndresM, Fuente: CuentoRelatos
En el primero de mis relatos, les conté someramente quien soy, y cómo fue que entregué mi virginidad anal gustosamente. Ahora voy a contarles lo ocurrido los días siguientes, y cómo el placer de lo desconocido puede llegar a confundirnos. El lunes siguiente a nuestro apasionado encuentro, estaba él esperándome en el casino de la Universidad. No me llamó la atención, pero me incomodó un poco pensando que alguien podía darse cuenta de lo ocurrido entre nosotros. Durante casi toda la semana fue casi lo mismo. Me invitaba una gaseosa, pedía que me sentara con él y hasta a veces me sacaba de mi grupo de amigas y amigos. Lo entendía, era obvio que él estaba enamorado de mí, pero prefería que fuera más discreto. Ese viernes en la tarde me invitó a encontrarnos al día siguiente en la noche en el mismo departamento. Me confesó que el dueño era un arquitecto egresado de la misma Universidad, que era gay, y que por eso nos cedía su lugar para que fuera nuestro refugio. El día del encuentro, puse más atención en mi aseo, me puse una colonia, y partí ansioso al encuentro de él. Al llegar al departamento me recibió el Arquitecto con la misma amabilidad de antes, me invitó a sentar y me trajo un trago, bastante cargadito. Al rato llegó Lucho, abrazó a su amigo y a mí me levantó en el aire con su abrazo. Él era más alto que yo, y aunque no practicaba ningún deporte, era más fuerte y musculoso. Nos sentamos juntos, y al cabo de un rato, el dueño del departamento nos anunció que tenía que ...
salir, y que nos quedáramos todo lo que quisiéramos. La complicidad era abierta y la adrenalina se olía en el ambiente. No más salió, Lucho empezó a besarme apasionadamente. Me llevó al sofá y me desnudó sin ninguna prisa. Después se desnudó frente a mí y me dijo: "esta vez vas a prender algo que seguramente hasta ahora no has hecho con nadie". Se arrodilló entre mis piernas, separó mis rodillas, tomó suavemente mis bolas con una mano y con su boca abierta envolvió mi glande, acariciándolo con la lengua, sacándome suspiros de placer. Siguió así hasta tener mi pene entero en su boca, moviendo su cabeza de arriba abajo. Se detuvo, me tomó de ambas manos y me dijo "ahora es tu turno", cambiándome de lugar. Traté de copiar lo que me había hecho él. Su pene no era más grueso que el mío, pero si más largo, y extrañamente encorvado hacia arriba. Por más que trataba, no lograba tragármelo entero, pero sentía que él igual gozaba mucho. Me cambó de posición, me sentó en el sofá y estando él de pie delante mío, volví a meter su pene en mi boca, chupándoselo lo mejor posible. Seguimos así un rato, hasta que él tomo mi cabeza con ambas manos, empezó a gruñir, e inundó mi garganta con su semen caliente y espeso. Eso fue otra nueva sorpresiva sensación para mi, pues no me lo esperaba. Me quiso dar una arcada, pero pude respirar profundo y dejar que su néctar viril se deslizara por mi garganta, hasta beberme todo. "Sigue chupando, mi amor" me dijo. "No dejes que se escape ni una gota". Cuando se ...