1. Una más puta que la otra


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Íbamos bordeando la plaza a paso lento con mi primo Nahuel tipo 7 de la mañana, después de poguear a pleno con nuestra banda de rock local, de la que alguna vez fuimos integrantes, y de tomarnos hasta la presión en el bar de un amigo. Yo bostezaba como un condenado y mi primo no estaba mejor que yo. ¡y cómo vendríamos de escabios que recién a la tercer vuelta vimos que en el banco una morocha fumaba fregándose los ojos por el sol! Enseguida nos acercamos a hablarle cuando una pequeña brisa le subía el vestidito negro. Se llamaba Camila, recién había cumplido los 18 y, según ella ningún tachero quiso llevarla a casa por su aliento a licor de melón, por su poco equilibrio y porque, encima andaba sin guita. Dijo que se emborrachó porque su novio la dejó, y antes que alguna lagrimita le corra el maquillaje, cada uno se sentó a un lado de ella. El flaco le dio fuego a su nuevo cigarrillo, le robó una sonrisa con uno de sus chistes malos y fáciles palpando una de sus gomas apetecibles, y como ella no puso el mínimo reparo, le desató la parte de atrás del vestido apenas posó su cabeza en mi hombro, y pronto, casi de la nada, cada uno le chupaba una teta, acortinándonos un poco por los domingueros que comenzaban a darse cita, mientras ella fumaba gimiendo dulcemente con una aguda carcajada por momentos y una mano en su entrepierna todo el tiempo. La cosa es que cami, luego de que Nahuel le piropeó el pelo y las tetas se agachó, y tras morder mi paquete duro encima del jean ladrando ...
    ... como perrita, me bajó la bragueta para hacer maravillas en mi glande con su lengua golosa. Se reía de todo, hasta del hipo de Nahuel. Pero no soltaba mi pija por nada. Incluso se la fregaba en los ojos y tosía sobre ella, y eso me rompía la cabeza. Pero Nahuel activó media neurona y sugirió que vallamos a algún lugar más privado, porque la gente iba y venía con mayor frecuencia. Aunque se me hizo inevitable regarle la cara a esa guacha que me enternecía con su saliva abundante, los apretones de su manito en mi tronco y cada vez que me decía: ¡dale toda la meme a esta nena cochina! ¡juro que no pude soportarlo, y él no paraba de pajearse mirándola actuar! Terminamos en el patio del chalet de cami, quien nos pidió tranquilidad porque sus padres dormían. Yo la recosté en una reposera que había junto a una pileta vacía, le saqué las sandalias y Nahuel se puso a besarle los pies, a hacerle cosquillas y a darle de tomar cerveza del pico, la que compramos en un kiosko de pasadas. La gila se chorreaba toda con birra mientras yo le succionaba los pezones de a uno, lamiendo las gotitas que ardían en su piel y admirando el esplendor de sus tetas desnudas al amanecer. Nahuel al toque se quedó en bóxer, y tras obligar a cami a olerle el bulto, a darle unos sorbos a la birra y dejar que le caiga por la carita, apoyó unos segundos su pija sobre su boca y le enchastró el cuello, el pelo y la nariz de leche. Pronto la nena estaba sentada peteando a Nahuel y yo le mordía esas tetas cada vez más ...
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