1. La reeducación de Areana (9)


    Fecha: 05/11/2017, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... mucho gusto, excitándose más y más a medida que el magnífico cuerpo de la hembra, muy atractiva en su madurez, iba quedando al descubierto hasta exhibirse por completo. -De rodillas, perrita. –ordenó Elena y Areana se arrodilló. -Apoyá el culo en los talones. -y en esa posición, su rostro quedó a la altura del vientre de Elena, que abrió las piernas y dijo: -Haceme temblar, putita… La niña comprendió lo que Elena quería y acercó su rostro a esa concha que ya comenzaba a liberar flujo. Lamió esos jugos y enseguida hundió su lengüita ávida entre los labios externos y comenzó a deslizarla de arriba abajo mientras su corazón latía cada vez más rápido. Lamía y tragaba flujo una y otra vez. Lamía y succionaba el clítoris duro y erecto, hundía su lengua en el orificio vaginal y volvía a sacarla para seguir lamiendo hasta que Elena comenzó a estremecerse en los temblores previos al orgasmo y se echó al piso de espaldas. -¡Seguí, pendeja puta! ¡Seguí! –exigió y Areana, con el rostro desencajado por la calentura, continuó su obra hasta que Elena sucumbió por un momento y resucitó de inmediato en medio de un orgasmo violento como un sismo que ella acompañó con un alarido casi interminable. -Por favor, señora… estoy ardiendo… -murmuró Areana echada boca abajo en el piso, entre las piernas de Elena. La hembra, ya saciada, mostró toda su crueldad: -¿Y entonces? –dijo. -Cójame, señora Elena… ¡Por favor, cójame! ¡No doy más! ¡Quiero acabar! –suplicó Areana, ahora de espaldas en el piso. ...
    ... Elena dejó pasar un momento, hasta recomponerse de tanto goce, se puso de pie y apoyando la planta de su pie derecho sobre la cara de la niña, le dijo: -¿Y desde cuándo una miserable perra sumisa se da el lujo de querer algo? -Por favor… -insistió Areana al borde del llanto. Elena acentuó la presión de su pie sobre el rostro de la sumisita y dijo: -Te voy a recordar cual es tu lugar, perra de mierda, y te lo voy a recordar dejándote rojo y ardiendo a cintarazos ese culo de nena puta que tenés. –y una vez dicho esto fue hasta el placard y volvió con un cinto de cuero negro, de tres centímetros de ancho, que empuñó por la parte de la hebilla luego de doblarlo en dos. -¡Echate sobre el borde de la cama! -Por favor… -¡ECHATE SOBRE EL BORDE DE LA CAMA, DIJE! Atemorizada, la niña adoptó la posición ordenada, temblando de miedo y ansias sexuales insatisfechas. Elena había sido instruida por Amalia en el arte de azotar y golpeaba con suma habilidad, haciendo pausas de distinta duración entre un cintarazo y otro, para que el suspenso acentuara el padecimiento de la víctima. Por momentos daba varios golpes en la misma nalga y luego una serie en la otra, logrando, de esa manera, que el dolor se intensificara. Areana gemía y a veces gritaba, según la fuerza del azote, y movía sus caderas a derecha e izquierda. Por momentos suplicaba: -No… por favor… por favor, señora Elena… No me pegue más… ¡¡¡Aaaaayyyyyyyyy!!!... Pero Elena seguía castigándola y en su cara se reflejaba el intenso placer que ...
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