A la rusita no le importa nada
Fecha: 20/06/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... copaban, mirando a mi alrededor y con demasiadas ganas de coger. Nadie me reconocía tampoco. Hasta que, cerca de las 4 oigo una voz que acelera mis palpitaciones en medio de tanto cuarteto altísimo. ¡Che, mire, esa es la Rusita, y parece que vino sola!, exclamó con claridad la voz de Nicolás a su grupo de amigos. Nico y yo nos picoteamos un poco en el secundario, pero no lo volví a ver desde la fiesta de egresados. No cogimos, y eso a los dos nos había quedado pendiente. Yo me fui acercando a ellos. Nicolás, Bruno y Ariel. Los tres eran inseparables para todo el mundo, y siempre fue así. Los saludé con la mano y un beso en la mejilla. Compartimos una birra, después un Campari, y cuando quise acordar estábamos en la pista, meta tirar pasos. Nicolás aprovechó para tocarme el culo, y los otros se atribuían iguales confianzas, solo que Ariel hacía de todo para rozarme las gomas, y Bruno para apoyarme su pene en la parte de mi cuerpo que pudiese. Cuando se lo palpé lo tenía a punto de reventar, y eso me dio el guiñe perfecto. No se me ocurrió otra cosa que comerle la boca a Nico, dejar que Ariel meta su dedo mojado con Campari en el inicio del hueco de mis tetas, y sentir los latidos de la verga de Bruno en mi cola mientras bailábamos. El pibito me la frotaba de arriba hacia abajo, y de un costado al otro! Todo aquello pasaba al mismo tiempo. Hasta que mis neuronas, el flujo que se acumulaba en mi bombacha, el fuego de mis pezones duros y las ganas en las que ardía mi cuerpo ...
... por coger fueron más fuertes que mi yo racional. Les dije luego de una ronda más de Campari: ¡Ey boludos, qué hacemos acá?, vamos a coger, si todos estamos calientes, y sé que quieren cogerme toda… además, yo no doy más, quiero pija ya, y ahora! Los tres me aplaudieron, me besaron el cuello y los pómulos, saltaron junto a mí con la euforia como combustible primario, y salimos del boliche medio a los tumbos. No sabíamos a dónde ir. Contamos lo que nos quedaba de guita, y no nos alcanzaba ni para un telo berreta. A mi casa era imposible llevarlos, y los pibes vivían en la loma del orto. Hasta que resolví que lo mejor sería caminar y ver qué se nos ocurría. A las dos cuadras del boliche había una casa abandonada, y allí nos metimos como fugitivos o delincuentes. Ellos, no parecieron muy copados al principio. Y es que la casa presentaba un aspecto terrorífico. Pero por suerte, la calentura pudo más que cualquier temor. Nico abrió la despintada puerta principal luego de los 4 atravesamos un horrible pasillo con olor a muerto, y, ahí nomás, en plena oscuridad les manoteé las pijas a los tres, haciéndome la cieguita. Uno de ellos me sacó la remerita y me desabrochó el corpiñito que apenas cubría mis timbres, y se puso a chuparlos. Yo sola me bajé el jean y les pedí que me toquen la concha. Sentí vergüenza porque, no me había depilado y, como no pude bañarme andaba con olor a pis. Nico enterró sus dedos en mi vagina, y no lo soporté. Me quedé en calzones y me tiré en el suelo con las ...