El tren
Fecha: 10/06/2019,
Categorías:
Confesiones
Infidelidad
Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos
Durante muchos años viaje todos los días en tren, donde entre el apriete de las otras personas que viajaban y los movimientos propios del tren me pasaron cosas que, hoy aunque ya han pasado muchos años, aún recuerdo. Tantas cosas que podría escribir un libro de las veces que se me paró la pija porque toqué un culo o una mano o un culo tocó mi verga. Hoy contaré la historia que más ha quedado en mi memoria, no porque fue algo totalmente rápido, sino porque fue algo distinto a lo que tantas veces me pasó. Generalmente cuando sentía que una mujer me tocaba o apoyaba su culo en mi entrepierna, comenzaba una conversación y después de vernos en más de una ocasión terminábamos acostada en una cama y teniendo sexo, o lo teníamos, de pie, en algún sitio oscuro. Es decir el tren solo servía como lugar de encuentro, de toqueteo, de apoyada, de calentamiento mutuo ya que en muchas ocasiones, la mujer que fuese con la que estaba aprovechaba los movimiento del tren para saber si mi pija estaba dura o no, o como las veces que bajaba ella primero a fin de estar uno o dos escalones debajo y apoyar su espalda en mi verga, magreándomela, pero de acabar en el tren nunca. En el tren a más de una había hecho acabar con mis manos, pero con mi boca o con mi verga a ninguna y ninguna me había hecho acabar a mí. Esta vez la cosa fue así, yo regresaba de trabajar, era uno de los últimos trenes del día y subí detrás de una mujer, a la que, por lo menos de atrás, le daba unos treinta años. Ella estaba ...
... con una camisa, y una pollera de jean, que apenas le llegaba a la mitad del muslo, por lo cual dejaba ver lo hermosas que eran sus piernas. Subimos en donde se unían dos vagones, por lo que solo podía subir una persona por vez y al llegar arriba nos dimos cuenta, obvio ella antes que yo, que tanto en el vagón en el que subimos como en el de atrás no había luz. Esto a mí me alegró porque si se quedaba en ese o solo retrocedía uno no habría luz y yo ¡podría ver la luz!, jejeje. Lo cierto es que ella llegó a un par de asientos enfrentados y se agarró de uno de ellos para rotarlo, yo aproveché y coloqué mi mano sobre a suya e hice la fuerza necesaria para girarlo. Ella agradeció y se sentó al lado de la ventanilla y yo del lado del pasillo. Después de lo cual no quedó otra que presentarnos y eso hice. En lo que el tren tardó en ir desde Chacharita hasta La Paternal, 4/5 minutos, yo ya sabía que se llamaba Teresita, que era enfermera y que volvía tarde de trabajar porque había cambiado la guardia con la enfermera que estaba de guardia a la tarde, porque esa mañana ella tuvo que hacer unos trámites. Hablábamos bajito para no despertar al hombre que detrás nuestro dormía, pero por el ruido del tren cuando uno hablaba, el otro acercaba su oreja Cuando el tren salió de la paternal, yo me di vuelta para preguntarle otra cosa, pero como ella no giró su cabeza, me encontré con sus labios y obvio, nuestros labios se unieron, fue tan intenso el beso que me llevó a pensar que seguro ella ...