Celebraciones familiares 2: El cumpleaños
Fecha: 31/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... placer, el amor es otra cosa más profunda, más duradera. Yo amo a mi mujer y me encanta estar a su lado. No la dejaré por nada ni por nadie. Con tu tía Tita es sólo placer. ― aclaré. ― ¡Placer para ti, no te fastidia! ―replicó Carla enojada ― ¡Eres un embustero! ¡Engañas a tu mujer! Yo no le contesté inmediatamente, quería evitar que los ánimos se caldearan y termináramos teniendo una bronca. Enseguida Carla hizo ademán de irse. Entonces traté de irritarla y avivar su curiosidad. ― Aún eres muy ingenua ―comenté sin mirarla, clavando las grapas que guiaban el cable del enchufe. ― ¡Y una mierda! ―respondió desde la puerta furiosa. ― A las mujeres les gusta dar placer a los hombres tanto como recibirlo, y lo mismo nos ocurre a los nosotros ―entonces la miré a los ojos― Pronto descubrirás que entre hombres y mujeres las cosas son complicadas. Hice una nueva pausa. Carla se había quedado parada delante de la puerta escuchando de medio lado. ― A las mujeres maduras les gusta divertirse con hombres inteligentes y cariñosos con una buena polla ―declaré con convicción― Tus tías se sienten atraídas por mí y les voy a dar todo el placer que me pidan… Eso no es malo, siempre que no se líen las cosas. Espero que me guardes el secreto. Se marchó sin decir nada. Terminé con el enchufe y fui a buscar el burlete, una cinta esponjosa que evita que el frío se cuele por las juntas de las ventanas. ― ¡María Luisa! ―grité. ― ¿Sí? ―la oí responder desde la concina. ― ¡¿Qué ventanas son?! ...
... ―pregunté en voz alta. ―Espera, ya voy. La mujer de Rodrigo apareció al instante. Sofocada por el calor de la cocina se había quitado el jersey. Gracias a Dios y al gasoil de la calefacción el calor había empezado a vencer al helor de aquel caserío. La verdad es que habría sido mejor que María Luisa me hubiese dicho que repasara todas las ventanas, ya que ver como movía el culo delante de mí hizo que empezase a ponerme malo. Llevaba puestos unos zapatos con medio tacón que hacían resonar sus pasos sobre las baldosas. Era una mujer delgada y al llevar tacón sus piernas lucían torneadas y su culo bien respingado. Afortunadamente, María Luisa se marchó y me dejó trabajar tranquilo. Menos mal que había comprado en el bazar chino un montón de burlete. Las ventanas eran viejísimas, y en algunos sitios los huecos eran tan grandes que tenía que poner burlete en ambos lados para conseguir tapar los huecos. Después de almorzar vi que mi mujer, su prima Piedad y María Luisa salían a andar por el camino que daba acceso a la casa. No parecían haber salido de paseo si no a andar a buen ritmo, se habían cambiado y todas lucían atléticas con mallas y zapatillas. Los niños seguían jugando en el patio, acompañados de la niñera que se sentó al sol a vigilarlos. Sin darme cuenta, me quedé atontado mirando a las tres señoras alejarse. El trasero de Tita se sacudía a cada paso. Piedad tenía un buen pandero, sí Señor. Mi mujer lo tenía más chiquito y firme en comparación, apenas le temblaba al caminar. En ...