1. El auditor cogedor


    Fecha: 18/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: MariaYute, Fuente: CuentoRelatos

    Recibí un whatsapp de Sergio: “El lunes próximo llego a Buenos Aires. Me quedo toda la semana. ¿Podré verte?” Él es un nicaragüense, residente en Estados Unidos, empleado de la misma empresa que trabajaba yo, pero en la casa matriz en Santa Clara – California. Estuvo en comisión, unos cuatro meses antes del mensaje, en la oficina local. Es altísimo (1,90 o más), bien parecido y, sentí mariposas en el bajo vientre al recordarlo, bien dotado física y virilmente. Yo cambié de empresa y mi marido Martín, no tenía programado viaje alguno para esos días. Se me complicaba reeditar la “trampa” que había tenido (disfrutado) con Sergio en su último viaje al País. Pero me negué a dar por perdida la oportunidad: “Obvio que sí. Veremos cómo arreglarlo” respondí. Recuperé de mi memoria lo ocurrido, aproximadamente, 120 días antes. Mi jefe me designó para colaborar, durante su estadía, con Sergio M. en la revisión y verificación de la situación y el cumplimiento de las directivas corporativas de la sucursal argentina. Mi dedicación fue casi a tiempo completo. Él me trataba con corrección, urbanidad y cortesía. Trascurridos pocos días, tres, al retirarme, a última hora, de la oficina que él tenía asignada, me sorprendió: -¡Oye, qué sabroso caminas!- Era alusión a mi culo, obvio y dicho con su acento y modulación de la voz, centroamericanos, me causó, además de halago, risa. Me di vuelta con la boca de “oreja a oreja”. Interpretó que estaba predispuesta. No estaba por mal camino. A partir ...
    ... del día siguiente no ahorró argucias y halagos para conseguir una relación sexual. Yo, dispuesta, pero para no parecer regalada: -Decime Sergio ¿Vos no sos casado, como yo?- -Sí. Pero debes saber que mi vida amorosa es terrible. La última vez que estuve dentro de una mujer, fue cuando visité la estatua de la libertad.- -¡No seas caradura, esa frase es de Woody Allen!! – Nos reímos los dos y volvimos a los temas laborales. Al quinto día, viernes, fuimos juntos a ver un local de oficinas que iba a ser adquirido por la empresa para reubicar la sucursal. Pedimos las llaves en la inmobiliaria y, solos los dos, recorrimos los ambientes. Yo, un poco porque soy lengua suelta, otro poco porque estaba a la expectativa de como Sergio aprovecharía la oportunidad, no paraba de hablar. -¿Oye Romina, sabes lo que decimos en Managua? – -¿?- -Los hombres tenemos dos cabezas, ustedes cuatro labios- No era muy difícil concluir a que se refería. -¿Yyyy?- -Con los labios de arriba ustedes nos llenan la cabeza superior. Nosotros, con la cabeza inferior, les llenamos los labios de abajo. Mientras hablaba me tomó de la cintura y me atrajo hacia él. Me sobresaltó con sus labios en los míos y manoseando, vertiginosamente, mis piernas, nalgas y concha. No atiné a resistirme. Me levantó, con sus manazas en mis glúteos y, alzada con pollera a la cintura, me llevó hasta la mesada del baño de hombres y la emprendió con mi blusa y corpiño. Sin decir “agua vá” lo tuve prendido a mis pezones. No demoró en ...
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