El casero y su fiel amigo Hercules - Relatos Eróticos

El casero y su fiel amigo Hercules

Un viernes por la tarde Helena me llamó para invitarme a pasar un par de días en su casa quinta. Me dijo que su esposo estaba fuera de la ciudad y además recordaba que yo le había dicho que Víctor también se ausentaría en esos días…Acepté encantada; no me vendría nada mal un cambio de aires.La casa quinta en realidad no estaba habitada todo el año; Helena y Jorge apenas la visitaban cada tanto durante el verano.El único que vivía ahí era Marcos, el chico que cuidaba el lugar; un tipo joven, algo solitario y hasta medio extraño…No recordaba que ese hombre fuera tan apuesto y viril. Al verlo me excité un poco; aunque mi tanga no llegó a humedecerse…Esa noche Helena y yo vimos a Marcos salir con su camioneta; seguramente para ir a dar una vuelta por el pueblo.A mi amiga le brillaron los ojos al decirme:“Me haría coger por ese pibe… debe tener una poronga enorme…”Sonreí y ella entonces largó una carcajada, diciéndome que yo era una puta reventada y que ella lo había pensado antes.Un rato más tarde, mientras estábamos enredadas en la cama, Helena me metió un consolador enorme por la concha. Sonrió mirándome gozar e incrementó el ritmo hasta hacerme acabar.Sacó el juguete de mi cuerpo, le pasó la lengua para lamer mis jugos y sonrió otra vez, pidiéndome que imaginara a Marcos ocupando ese mismo lugar. El solo pensamiento me hizo temblar de placer y casi llegué a tener un nuevo orgasmo…Más tarde ambas oímos el motor de la camioneta; espiamos por la ventana, para ver a Marcos ...

... tambaleante, que caminaba hacia la casa con bastante dificultad. Helena pareció decepcionada…“Parece que esta noche me voy a quedar con las ganas…”Por la mañana estaba tomando un café mientras miraba el parque desde la ventana de la cocina; cuando vi asomarse a Marcos por otra puerta. Parecía haberse recuperado de esa tremenda curda, pero estaba totalmente desnudo. Caminó hacia la piscina y se zambulló de cabeza.Me quedé impresionada por el tamaño de la verga que le colgaba entre sus piernas. Era algo tremendo; sin estar erecta, era casi del tamaño de un burro…Esta vez no pude evitar excitarme…De repente Helena apareció detrás de mí, pero dijo que tenía una tremenda modorra y se quedaría en la cama hasta el mediodía…Tenía que aprovechar ese momento. Apuré mi café y me quité la tanga, quedando solamente vestida con una camiseta larga, que apenas me cubría las nalgas.Salí al jardín y me acerqué a la piscina.Marcos me miró en silencio, pero con una leve sonrisa.Salió del agua y su cuerpo viril me hizo mojar directamente.Me tomó la mano y me condujo adentro, a su habitación.Al entrar me encontré con una agradable sorpresa. A pesar de lo extraño que era ese tipo; su habitación era un modelo de orden y limpieza.En un rincón había un perro echado; un enorme y hermoso ejemplar de ovejero alemán. Su nombre era Hércules…Marcos, siempre en silencio, se puso unos pantalones livianos.Se acercó por detrás, mientras yo seguía mirando a su perro.Me aferró por las tetas desde atrás y me atrajo hacia ...