1. Tarjetas black (Parte 3)


    Fecha: 27/10/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... abriese paso lentamente. Tras casi una semana sin sexo su coño estaba cerradito. Por suerte su chochito funcionaba de maravilla bien húmedo, resbaladizo y listo para la batalla. ― Bien, ya llevas la mitad ―la animaba Róber. “¡Sólo!”, pensó asustada. ― ¡Oh! ¡Ah! ¡Auh! ―se quejó aunque fuese ella misma la que con unos cautos vaivenes logró conseguir tocar el vientre del Delegado con su trasero, contoneando además su grupa para no dejarse nada fuera de aquel monumento, casi no podía creer que hubiese cabido. ― Es usted insaciable, como contable y como hembra ―la alabó Róber― ¡Venga, muéstrame como os folláis las colombianas un buen pollón! ¡Plaf! ―sonó un azotazo y con la mano del Delegado marcada a fuego en su culo latino la joven no se anduvo con rodeos. Empezó a follarse de lo lindo, haciendo énfasis al ensartarse a sí misma en aquel rabo, el de mayor tamaño que su coñito había conocido nunca. Claro que tampoco había hecho algo así con ninguno de los tres anteriores a Róber. Esto era otra cosa. ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! ―Róber permanecía inmóvil aguantando los envites del trasero de la contable. ― ¡Eso! ¡Así! ¡Bien! ¡Bien! ―decía Róber marcando el ritmo de la joven embrutecida cuyos choques se hacían cada vez más difíciles de contener. Entonces Róber se percató de cómo sus pechos se meneaban sin control bajo la fina blusa de licra y echó mano a la izquierda. Primero se la sobó, viendo atónito como su verga desaparecía una y otra vez devorada por aquel coñito hambriento. ...
    ... Después, a medida que se iba poniendo más cachondo amasó y estrujó aquella teta endurecida por la excitación. Comprendió que debía tomar las riendas de una vez, y las riendas de una mujer son sus caderas. Reteniéndola, la obligó a parar un instante y se la clavó entera. ― ¡Vaya con la contable!... Te gusta follar ¿eh, golfa?... Pues a mí también. ¡Plash! ¡Plash! ¡Plash! ―empezó a montarla. ― No lo entiendo, ¿es qué llevabas mucho tiempo sin follar? ―ríe él. ― ¡Sí! ¡Sí! ―aulló ella. ― Pues espero que tomes precauciones nena ―le advirtió Róber― te voy a llenar de esperma… Recuerdas qué sabroso… ― ¡Sí! ―claro que lo recordaba, es lo malo de ser mujer, que nunca olvidas nada… que nunca olvidas que un hombre te folló la boca con su gorda polla hasta que se vació los huevos. La leche de Róber era cremosa, era resbaladiza, caliente, abundante, y dejaba un regusto amargo en la garganta que te hacía carraspear. Por descontado, Yeimy era una mujer actual y no faltaba a su cita trimestral para inyectarse su anticonceptivo. Róber empezó a sacudirle con fuerza, bombeando en su coñito abierto, sacándole casi toda su dura verga antes de cada arremetida. Los pollazos que le endiñaba a la alucinada mujer eran tan fuertes que incluso la mesa de madera y aluminio se comenzó a estremecer. Entonces el Delegado noto que uno de sus pies se resbalaba. ― ¡Mire, Sra. Villaescusa! … ¡Mire como le chorrea el coño!… ―ella no podía verlo, pero en el suelo había un pequeño charquito que la inculpaba. Yeimy debía ...
«12...4567»