1. Ojos que no ven...


    Fecha: 05/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... descargar la camioneta, llena de provisiones y demás para el fin de semana. Al parecer, la instalación eléctrica estaba descompuesta, por lo que tuvimos que arreglárnoslas con algunas velas que había llevado por precaución. Darío, quien parecía ser el menos tímido encendió el fuego de la chimenea mientras yo me iba a la cocina a preparar los tragos. En realidad, dudé un poco en cuanto a mi ofrecimiento inicial, pero ambos me aseguraron que lo hacían siempre y que no había problema. Poco después me encontraba en la acogedora salita de la casa de playa a la luz de las velas y con la chimenea encendida en compañía de dos jóvenes vigorosos y atractivos. Me sentí feliz de vivir una situación como aquella, aunque estaba un tanto nerviosa. Comenzamos a relajarnos después de tomar unos tragos y me dejé llevar por la situación. No se cuanto tiempo estuvimos charlando y riéndonos, el caso es que cuando ambos se quisieron marchar, se encontraron con la sorpresa de que era más de medianoche. Así las cosas, no podía permitir que se marchen por lo que les ofrecí el cuarto de huéspedes para que pasaran la noche. Les mostré la habitación y algo aturdida por el alcohol, me dispuse yo misma a dormir. En verdad, ya había bebido bastante y me sentía como dominada por un extraño sopor, además del cansancio lógico después del viaje, por lo que bebí mi trago y le dije a los chicos que me iba a mi habitación. Ambos insistieron en acompañarme y entre risas y demás, subimos los tres al segundo piso. ...
    ... Yo penetré en la estancia y me eché directamente en la cama, así vestida como estaba. - Uff, qué cansancio!....Creo que me dormiré enseguida...- suspiré.... - Me imagino que sí -dijo Darío, sentándose al borde de la amplia cama. - Bueno -te quitaremos los zapatos, por lo menos -escuché a Giuseppe. - Sí, por favor - dije, mientras me sentía presa del sueño. Los ojos se me cerraban. Sentí cómo unas manos me despojaban de los zapatos y luego, como entre sueños, que me acariciaban los pies adoloridos. - Hmmmm!...¡Qué bueno! -exclamé. -¿Te gusta? -escuché la voz de Darío...¿quieres un poco más?...... - Sí, gracias...me duelen los pies un poco -respondí- mientras sentí la agradable presión de sus manos masajeándome suavemente los pies y, luego, las pantorrillas. Me volteé, acostándome boca abajo y murmuré: - Ahora, un poco la espalda y el servicio será perfecto -dije riéndome. - Con todo gusto, cariño -le escuché decir. Sentí cómo esas manos se posaban sobre mi cuello y espalda, masajeándome primero y acariciándome luego sobre la blusa. Cerré los ojos, casi adormilada, mientras las manos se deslizaban sobre mi espalda y llegaban hasta mi cintura para posarse luego, después de una eternidad, sobre mis nalgas, acariciándomelas con dulzura. Entreabrí los ojos y vi que los dos se habían sentado a ambos lados de la cama y me deleitaban con sus manos sobre la nuca, bajo los cabellos, en la espalda y hombros, bajando por la cintura, por los muslos y sobre mis nalgas temblorosas. Después de ...
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