La Cantina
Fecha: 24/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... especial atención a las partes más agradables del cuerpo del otro, dedicados a proporcionarnos placer, tallándonos así enjabonados uno contra el otro. Por supuesto que esto tuvo su inmediata recompensa, pues en menos de lo que se los platico ya estaba yo nuevamente como si no hubiera tenido sexo en toda la semana. Ella se volteó mostrándome nuevamente aquella grupa maravillosa y apoyándose en la pared me pidió que la volviera a penetrar, lo que hice gustoso empalándola de una sola estocada, así de lubricada estaba. - No te preocupes ya si te vienes adentro de mí, estoy pensando que no es tan malo como lo creí en un principio. Continué mi vertiginoso mete y saca, pero esta vez me tardé bastante más en venirme, yo creo que como veinte minutos, ella aullaba de placer y según me dijo tuvo varios orgasmos, yo ni enterado en ese entonces de que se trataba, cuando por fin sentí venirme, la sujeté firmemente por las caderas y nuevamente su interior fue bañado por mi flujo seminal. Volvimos a enjabonarnos y ella me pidió que le introdujera un dedo en el ano, cosa que hice con muchísimo gusto. Así estuvimos otro rato besándonos, y después nos enjuagamos, todo este rato con mi dedo dentro de su culito. Salimos de la ducha y ella sacó del botiquín un frasquito de vaselina, después sin secarnos siquiera volvimos al bar. Ella insistió en caminar con mi dedo todavía bien insertado, mientras yo tuve que caminar un poco encorvado y apoyado en ella. Luego se acomodó de panza sobre uno de los ...
... taburetes altos de la barra y me pidió que ahora si sacara el dedo de donde se encontraba y lo embadurnara de vaselina y procediera a hacer lo mismo con su culito. Después me indicó que tratara de meterle dos dedos en el ano, así lo hice con mucho cuidado pues temía lastimarla, estuve un rato acariciándole el orificio con los dos dedos y entonces me pidió que la penetrara con mi instrumento. Empecé por embarrarme bien el glande de vaselina, lo coloqué a la entrada de su agujero posterior y procedí a empujar despacito. Vi como mi cabezota empezaba a abrir camino y era aceptado en el interior de mi amada. Pronto desapareció mi glande en las apretadas profundidades y continué introduciendo centímetro a centímetro hasta que no quedó nada mas que meter. Permanecimos así un buen rato, sin casi movernos, yo la acariciaba toda, pasando mis manos por todo su cuerpo, especialmente por las nalgas, los muslos, volvía a subir las manos y le acariciaba el estómago, los pechos, después la espalda, el cuello, le peinaba el cabello con mis dedos. Ella empezó a apretar y soltar alternativamente su esfínter lo que me producía una sensación como si me estuviera masturbando, empecé a lamerle el cuello y los hombros, a mordisquearle las orejas e introducir mi lengua en su oído, al hacer esto último se le ponía la carne de gallina, pero me pedía que no dejara de hacerlo cada vez que me retiraba. Empecé suavemente a sacar y volver a introducir mi herramienta en la preciosa funda, despacio continué ...