Escarceos sexuales de una casada insatisfecha
Fecha: 23/02/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Insatisfecha2, Fuente: CuentoRelatos
... momento. Siendo un hombre con estudios superiores y acostumbrado a tratar con el público, comprendí por qué era tan atento y educado. Lo que menos me gustó, solo al principio, durante las dos primeras horas, es que fuera tan lanzado en persona, mucho más que a distancia. Pero, como digo, solo me resistí durante un par de horas, hasta que propuso ir a su casa y dar rienda suelta al deseo que nos consumía. —¿Estás seguro? —le pregunté en una especie de arrepentimiento de última hora—. ¿No tienes que trabajar? —No hay problema, querida —respondió regalándome una sonrisa—, tengo empleadas a dos chicas que se hacen cargo cuando no estoy. De todas formas, hasta las siete de la tarde no comienza el jaleo. Esto quiere decir que disponemos de algo más de una horita. “Una horita”. Lo dijo de tal modo, que casi mojo las bragas allí mismo. —Está bien, Enrique —añadí—, pero quiero que la relación que mantengamos, durante el tiempo que dure, no suponga compromiso alguno. Cierto es que la relación con mi marido no atraviesa el mejor momento, pero yo no pierdo la esperanza de que algún día cambie. —Por mí no hay problema. —Nuevamente brotó de sus labios la voz suave y varonil—. Tú pones los límites de hasta donde quieres llegar. Yo aceptaré cualquier decisión que tomes, sea favorable o no. ¡En fin! El tipo sabía como ponerme a tono. Llegamos a su casa en un visto y no visto. Dejarme desnuda frente a él, en el dormitorio, fue aún más rápido. Él hizo lo propio un rato más tarde, después de ...
... besarme como no recordaba, tras acariciar mis pechos con la delicadeza de una pluma, y antes de empujarme sobre la cama para comerme el coño como si del más exquisito de los manjares se tratara. —Suelo ser bastante peculiar en las relaciones sexuales —soltó sin más, acompañando sus palabras con fuertes lengüetazos, desde el clítoris hasta el ano. —¿No serás uno de esos tipos raros a los que les gusta el sexo extremo? —pregunté ahogada en un mar de sensaciones placenteras y un notable temor a que respondiera afirmativamente. Él rio con ganas, sin dejar de darme placer en la entrepierna. Era como si quisiera domar mi voluntad a base de gusto. —No, mujer, puedo garantizarte que no soy de esos. Si has practicado el sexo anal y disfrutas con él… es lo más extremo a lo que podemos llegar. —¿Sexo anal? —me pregunté a mí misma en voz alta—. Ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que me la metieron por ahí. Y sí, claro que me gusta: descubrí muy joven las bondades de una buena follada por ahí. No me reconocía hablando de aquel modo con un hombre al que apenas conocía, pero resultaba lógico ya que su lengua endiablada entraba y salía de mi pequeño orificio. Un ligero sonido abrió mis ojos, que habían permanecido cerrados por obra y gracia del gusto recibido. Se trataba del envoltorio de un preservativo. Observé cómo Enrique enfundaba su verga con él. Acto seguido temblé como una chiquilla excitada cuando me abrió de piernas y se situó entre ellas. Finalmente grité de dicha al sentirme ...