1. Afortunado


    Fecha: 05/02/2019, Categorías: Infidelidad Voyerismo Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... esconder sus emociones, pues en los ambientes que se ha movido desde pequeña es necesario, pero la conozco demasiado bien para que me engañe. Si bien es cierto que se va haciendo a la idea y su estado de ánimo va mejorando cada día que pasa. Me besa y por primera vez mis labios logran darle una forma a mi boca parecida a un beso, algo que ilumina su semblante, por lo que me felicita efusivamente. Tan contenta está que repite la operación varias veces, dichosa. Mi sexto o séptimo beso ya no es tan heterodoxo, así que detiene el ejercicio, sin dejar de congratularme. Como cada mañana me cuenta qué ha hecho las últimas horas, chismes del vecindario, así como temas del trabajo, de mi empresa, que me demuestran que no tiene ni puta idea y que, como era de prever, Carlos la está manejando como más le conviene. No puedo hacer nada aquí postrado, pero me obligo a retener en mi mente todo lo que me cuenta para estar listo el día que abandone este infierno. Al rato llegan mis suegros, a los que les cuenta que ya soy capaz de besar, lo que celebran como si hubiera comenzado a caminar, pero la cara del padre de Lola es un poema. Lo ha sido las tres veces que ha venido y preferiría que no me visitara, la verdad, pero no puedo decírselo. No sé el rato que permanecen en el hospital, pero agradezco que se vayan cuando lo hacen. Entonces sucede de nuevo. Lola se ha sentado en la cama, a mi lado, tomándome de las manos mientras me está contando no sé qué de no sé cuándo ni de no sé dónde. La ...
    ... única ventaja que tiene mi estado es que puedes no estar haciéndole ni puto caso a alguien y que éste no se dé por aludido. Aunque mis ojos hablan por mí, dice mi esposa, pues se te ven más vivos, más expresivos. Será cierto, si ella lo percibe, pero lo que no sabe es que la visión que acaba de cruzar mi mente es la razón que los ha activado. Lola está bailando en un local de salsa, sensualmente, provocativamente. No sabía que le gustara este tipo de música pues nunca la he visto bailarla, ni siquiera escucharla. El local está concurrido, lleno sin ser agobiante, por una mayoría de clientes de raza negra o mulatos. Caribeños, supongo, pues es su cultura musical. Un tío muy oscuro de piel, el más negro del antro, se le acerca siguiendo el ritmo. Mi mujer, no sólo no lo rechaza, le sigue el juego entregada, acompasando su baile al de él, cada vez más próximos, cada vez más unidos. El baile dura un buen rato, al menos resuenan en mi cabeza dos canciones completas que no recuerdo haber escuchado en la vida, aumentando la sensualidad del mismo, entrelazando manos, separándolas para que el hombre la tome de la cintura, de las caderas. Las piernas quedan enlazadas, intercaladas, de modo que un muslo de cada uno roza sin rubor el sexo del otro. Las manos del caribeño descienden desde la cintura hasta llegar a las nalgas de mi fiel esposa, que las detiene en un gesto coqueto, infantil, claramente impostado. La diferencia de altura, le ha obligado a bajar la cabeza para susurrarle al ...
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