Afortunado
Fecha: 05/02/2019,
Categorías:
Infidelidad
Voyerismo
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... haciendo. ¡No te jode! pienso. Otro con la puta intervención de la Diosa Fortuna. Afortunado no es el que sobrevive gracias a ella, afortunado era yo cuando me follaba a todas las diosas del Olimpo. Los sueños se mantienen puntuales pero no sé cuánto durarán pues me he tirado a muchas tías en mi vida aunque a experiencia diaria tarde o temprano llenaré el cupo. Ya había olvidado las visiones cuando aparecen de nuevo, en la séptima semana. Elías, así se llama el fisioterapeuta que me atiende en casa, ha venido un par de veces acompañado de una chica rubia de ojos claros. Debe rondar los treinta años pero su cuerpo es pequeño con pocas formas lo que, unido a una cara de facciones infantiles, la hace parecer mucho más joven, casi adolescente. Sorprendentemente, es una mujer fuerte, capaz de sostenerme de pie obligándome a concentrar toda mi energía en los pies, en los tobillos, en las rodillas, pues estamos a punto de lograrlo, me anima. Su jefe se ha ido, cumplidas las dos horas contratadas, pero la chica ha querido quedarse un rato más pues hoy lograré que des tu primer paso, sentencia. En eso estamos, de pie apoyado en su hombro, mi cuerpo tenso, recto como un palo, mientras mi cerebro ordena infructuosamente a mis tobillos que se muevan, cuando cierro los ojos y lo veo. Un callejón oscuro, sucio, con papeles y alguna bolsa tirados por el suelo, cerca de un contenedor gris, de los antiguos. Si no fuera porque pertenecen al mobiliario urbano de Barcelona, el escenario podría ...
... ser el de cualquier película americana. Entonces oigo los gritos, agudos pero apagados. Berta, que es como se llama la chica, es arrastrada hacia el fondo del callejón por un hombre alto y delgado. Viste el uniforme blanco, zuecos incluidos, lo que me lleva a pensar que el suceso se produce cerca de la clínica de rehabilitación en la que trabaja. La chica patalea, forcejea con ambas manos tratando de soltarse del abrazo del oso que llega a levantarla del suelo, pero nadie acude en su auxilio. No hay nadie en el callejón ni nadie se asoma a la entrada de éste. Superado el contenedor, el hombre la tira al suelo, violentamente, haciéndola impactar dolorosamente con la espalda contra el pavimento. El golpe la aturde un par de segundos pero basta con notarlo acorralándola de nuevo para que la chica reanude la lucha. -Estate quieta zorra, si no quieres que sea peor para ti. Pero ella no obedece. Mueve los brazos descontroladamente tratando de sacarse de encima el apestoso cuerpo de aquel malnacido que la ha inmovilizado sentándose a horcajadas sobre su cintura. Si estuviera un pelín más abajo trataría de soltarle un rodillazo en la entrepierna, pero aunque hace el gesto, su extremidad no llega. Lo que sí asoma es la mano derecha del individuo que ha logrado superar la resistencia de las de la chica y cae con brutal violencia sobre su mejilla izquierda. Su cuello gira automáticamente, por poco su cabeza no impacta contra el suelo, y la cara le arde. El sabor metálico de la sangre le ...