Ética, religión y Mónica -3
Fecha: 21/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Lman13, Fuente: CuentoRelatos
lll. Liberación Mis padres son médicos, se conocieron cuando hacían su internado y al tiempo se casaron. Después llegué yo. Papá es cirujano y mamá es oncóloga. Tienen una rutina de trabajo realmente ardua. Temprano en la mañana al hospital para checar a sus pacientes, después al consultorio hasta la hora de la comida. Mi papá entonces regresa al hospital y opera hasta ya tarde, para, al terminar, checar nuevamente a sus pacientes. Mi madre, después de la comida, regresa a su consulta y, ya en la noche, vuelve al hospital, revisa a sus pacientes internados y espera a mi papá para volver a casa. Como resultado de esta intensa rutina, nos vemos muy poco. Casi siempre nos vemos por las mañanas antes de salir a nuestras actividades, los sábados por la tarde y domingos todo el día. Y, aun así, no había garantías ya que con cierta frecuencia tenían que salir a atender emergencias. A raíz de todo esto, me pusieron en una escuela de tiempo completo y, hace unos meses cuando cumplí dieciocho, me compraron un auto compacto. Mónica y yo llegamos al auto y subimos. Durante el trayecto hicimos bromas acerca de Héctor y su aventura, luego me preguntó si habría alguien en la casa, le hablé de mis papás y le dije que la señora del aseo solo iba lunes, miércoles y viernes, así que estaríamos solos. Llegamos a casa después de un rato, lo estacioné, entramos y subimos a mi habitación. Dejamos nuestras cosas en el piso y la abracé al tiempo que le plantaba un beso. Ella respondió y nuestras ...
... lenguas se encontraron. Metí ambas manos bajo la blusa y empecé a sobar esas tetas que me tenían loco, besé su cuello y mordí suavemente el lóbulo de su oreja. Ella respiraba pesadamente y se contraía en mis brazos. Dejé de besarla y mi atención se centró en sus pechos. Pasé mis manos a su espalda y desabroché el sostén, saqué las manos de debajo de la blusa y la desabotoné dejándola abierta, ella bajó la cabeza y me dejó hacer. Acto seguido metí mis manos por debajo del brassiere ya suelto y masajeé esas enormes preciosuras por varios segundos. Luego los solté para desabotonar el pantalón y jalárselo por debajo de sus redondas nalgas que se proyectaban divinamente hacia atrás. Le dejé las pantaletas porque quería ver a plena luz del día la mancha provocada por la humedad. En efecto se sentían húmedas, pero nada más, como si ya se estuvieran secando, cosa que se me hizo rara considerando lo que había pasado la última vez que nos tocamos. Le bajé los calzones para descubrir su preciosa mata de pelo y cuando se la empecé a acariciar se echó para atrás y empezó a sollozar. - No, no puedo… Ella trataba de cubrirse los senos con la mano y el brazo derecho y con la izquierda tapaba su panocha. - Noo. Esto está mal. - Decía sin poder controlar el llanto. Yo la veía parada en medio de mi habitación, llorando con la cabeza baja y tratando de cubrirse. Una mezcla de sensaciones me golpearon brutalmente. Por un lado, la imagen de una chica en estado de angustia llorando a mares me hizo ...