Cuando la realidad supera cualquier relato
Fecha: 15/01/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mis esposa empezó a gritar, ¡que me meo, me meo, me meo, me meo,!!! Walter quito su cara y allí estaba Ana tumbada boca arriba con las piernas abiertas en par en par y meandose como una guarra en la cara de otro, parecía una ninfa, yo le sonreí. Pero a Walter parecía que no le molesto, se meneo un poco su polla ya que se le había quedado algo floja y se puso encima de Ana sin echar el cuerpo para no aplastar la barriga y le metió la polla, muy despacio, y poco a poco aumentaba el ritmo, mi mujer esta boquiabierta, no se lo creía, no podía ni gritar, a escena era para grabarla, su barrigón y sus tetas moviéndose para los lados al ritmo que marcaba nuestro amigo. Cambiaron varias veces de postura ahora arriba ahora como los perros, intento metérsela por el culo pero la gran polla y un grito de dolor de ella hizo que desistiera, mi mujer gritaba a menudo follame mas, mas,!!!! mas. Unas de las posturas mas morbosas fue cuando mi esposa se coloco en cuclillas dándole la espalda a su amigo con una mano se agarro al fornido hombro de este y con otra se metió ...
... la polla muy despacito, la barriga y el coño se unieron, el cilindro le entraba parecía que podía reventarla. Cuando Walter estaba a punto de correrse mi mujer que para eso es muy clásica se puso boca arriba con las pierna abiertas para que este se la metiera, dio varias envestidas y se corrió como un animal, soltando mas semen que yo en toda mi vida. Me encajaba ver como chorreaba su polla por los pelos del coño de Ana y como salía de su agujero que se había quedado mas abierto de lo normal. Se tumbaron los dos me miraron y empezaron a reírse. Yo le dije a Walter que esto no había acabado, me subí encima de Ana y se la metí hasta los huevos de una envestida, Ana grito, yo le daba mas fuerte que nunca, me encantaba sentir su flujo con el semen de Walter, su coño estaba súper lubricado, la sacaba y la metía con mas facilidad que nunca hasta que me corrí, me sentí como un cornudo, pero jamás había sentido nada igual. Decidí en ese momento que ser un cabron era lo mío me gustaba que mi esposa se comportara como una puta en la cama y una señora en la calle.