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Historia del chip 011 - Un desnudo fugaz - Kim 006
Fecha: 02/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Erotismo y Amor Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... pronto llevaría encima. A efecto prácticos era una invitación para el falo de Roger. Ni el más obtuso de los hombres hubiera podido confundir el mensaje. No tuvo demasiado tiempo para contemplaciones pues Mary ya estaba encima. Le ajustó primero los tacones antes de retirarle la camiseta para calzarle el vestido con el traspaso suicida en los pechos. Y le colocó las cintas con habilidad. El dolor retornó a las orejas de Kim. —Un último toque. Cierra los ojos. Mary moldeó los labios de nuevo aportando más brillo y oscuridad, pero no dejó que viese el efecto. —No es para ti, es para él— apostilló con ojos brillantes. Kim bajó la cabeza para al menos contemplarse desde arriba. Sus pechos aparecían completamente descubiertos desde su ángulo. El medallón se adentraba en las profundidades del escote. Tendría que mantenerla cabeza erguida. Las pequeñas puntas no resultan agradables, más bien un recordatorio de su situación. —Se me ocurre otra idea. Espera aquí. No te mires en el espejo. Kim no hizo caso. En cuanto Mary abandonó la estancia, se contempló de arriba a abajo. Exudaba sexo por todos los poros. Para ir al parque, todo el conjunto era ridículo. Mary trajo un bolso de su madre. Negro, ínfimo y casi inútil. Cambió las cosas del bolso habitual de Kim a este. —¿Te has mirado? Kim asintió sonriéndola, como una niña traviesa que se ha comido el dulce en cuanto su madre se ha ido. Volvió a verse en el espejo, con cierto orgullo. Casi se desmayó del efecto que tenía. Su sonrisa ...
... blanca contrastando con el rojo/negro oscuro conseguía darle más énfasis a todo el conjunto. A la sensualidad que emanaba. Mary trajo dos brazaletes, -quizás tenía un arsenal de guerra-, que colocó en cada muñeca, y dos nuevas cintas, que eran casi iguales en longitud a las que colgaban de las orejas, pero el doble de gruesas según calculó Kim. Hacían juego. Mary le explicó cómo se usaban. —Pon las manos a tu espalda. Y acerca los brazaletes. Kim siguió el protocolo intrigada. Notó como de repente sus manos se enganchaban una con otra. Las cintas quedaban colgando entre unas minúsculas ranuras que surgían de los brazaletes. —Ves. Así actúa. Tú misma podrás encadenarte cuando sea el momento. Para soltarlas es necesario estirar de las cintas a la vez y dando un buen tirón. Voy a buscar a mamá y papá— dijo Mary. —Mary, no. Por favor. Que quede entre nosotras— suplicó Kim. —¿Por qué? Estás guapísima. Ya sabes que son muy liberales. No se van a escandalizar. Ya intuyen o se imaginan que practicas sexo con Roger. No veo ningún problema porque resaltes tu cuerpo. Es algo natural—razonó Mary riéndose interiormente de su hermana. —¿Te importa desatarme? — solicitó con una voz de lástima Kim. No conseguía salirle una energía más expeditiva. —¿Te quedan unos minutos? ¿Verdad? — Kim asintió. Roger siempre avisaba cuando salía de su casa. —Pues pasa un rato. Te irá bien practicar. Tengo la sensación de que Roger te tendrá así a menudo. Y es bueno que sepas como es la sensación. Kim no se ...