1. Mise en abyme


    Fecha: 19/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    Había comenzado a escribir el relato el día anterior. Un arrebato de inspiración lo había precipitado hasta las puertas mismas del desenlace; sin embargo, hasta allí lo había acompañado la musa. Sabiendo que debería seguir solo, no se desalentó; al contrario, pensó que el propio relato –lo que había escrito de él– le dictaría su final de manera inexorable. Ese día volvió presuroso de su trabajo: estaba ansioso por culminar la obra. Durante el viaje imaginó menos una posible conclusión –la cual dio por descontada– que el momento de la publicación. Vislumbró su consagración bajo la forma de múltiples felicitaciones de sus colegas de foro, los que seguramente embriagarían su ego con merecidos vítores. Cuando llegó a su casa, corrió hacia la habitación que unos meses antes había acondicionado para dar rienda suelta a su particular pasión literaria; apenas si saludó a su mujer de pasada. Una vez allí, se despojó de sus pertenencias laborales lo más rápido que le fue posible y se sentó frente a la computadora dispuesto a dar el sutil y ansiado toque de gracia. Cuando comenzaba a repasar el cuento desde el principio, confiado en que cuando llegara a la última palabra escrita el final ocurriría como resultado de alguna especie de mágica inercia narrativa, su esposa lo interrumpió: –Amor, voy a ver a mamá. ¿Vos necesitás el coche? –No, querida, podés llevártelo. Y dale un beso grande de mi parte a mi suegra favorita. –Me ha preguntado cuándo vas a ir a visitarla. –Uno de estos días, ...
    ... decile… y que espero que se mejore pronto. Imaginó a su suegra tendida en la cama, convaleciente de una fractura de cadera, y pensó en diez excusas diferentes para evitar la prometida visita. Y es que no quería verla. No soportaba la idea de que la arpía iba a recuperarse. Sacudió su cabeza para quitarse la desagradable imagen y se congratuló pensando que su inminente soledad favorecería una decisiva iluminación. Así que despidió a su esposa, arrimó un conveniente rollo de papel higiénico junto a la computadora y continuó con la relectura. El relato era breve y gozaba de un erotismo austero, visceral, sin grandilocuencias ni fugas de insoportable cursilería, cosa que odiaba. Una mujer casada, su infidelidad, la artera planificación y ejecución del asesinato de su marido. Todo con un estilo concreto y soez, como a él más le gustaba. En su trajinar por el texto rápidamente llegó al encuentro entre la protagonista y su amante, que tenía lugar en un motel. Luego de recibirse con la premura de un beso enardecido, los ilegítimos enamorados se desnudaban y se manoseaban con la más ardorosa pasión. Al mismo tiempo que le recorría el cuerpo con el besuqueo más ardiente, el misterioso hombre le preguntaba a la mujer si todo estaba ajustado a lo convenido: si a las 19 en punto estallaría aquel artefacto explosivo que habían preparado juntos y que ella habría tenido la precaución de activar. La dama asentía entre incipientes gemidos de placer, mientras le aseguraba que muy pronto estarían ...
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