Cartas a mi esposo
Fecha: 19/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
No Consentido
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... que parece que están muy poco usados. Y tomándome del brazo, me arrastró hasta nuestro dormitorio, donde me arrojó sobre la cama con orden de no moverme mientras se desnudaba. Volver a ver esa cosa enorme, desproporcionada con el resto del cuerpo, alteró mis nervios e incrementó mi terror. Me fijé que no está mal proporcionado de cuerpo, es más, yo diría que muy bien, si no fuera por eso que le colgaba entre las piernas. Separó mis piernas dejando mi sexo al descubierto y se quedó mirándolo un momento, luego silbó y dijo. -Me encanta. Parece que tenga poco uso, pero no te preocupes, que yo le daré bastante. También dijo algo sobre ti, llamándote tonto por ir a esos sitios tan abandonados de Dios y dejarme a mi sola y sin nadie que me folle (si, dijo folle. Tu hermano es muy vulgar). Yo, asustada, le dije: -Por favor. No me hagas daño. Déjame. Tu cosa es enorme y no creo que entre sin desgarrarme. Pídeme otra cosa. ¿Quieres que te la acaricie…? -Déjate de remilgos. Verás como si te cabe. Y toda entera. De lo de “otra cosa”, también lo tomaré más tarde. No entendí muy bien sus palabras, pero se metió más entre mis piernas, puso sus manos en los cachetes de mí culo para levantármelo y me colgó por las rodillas de sus hombros, dejándome prácticamente invertida. Empezó a recorrer mi vulva con su lengua. La recorría desde abajo hasta llegar a mi clítoris donde se entretenía un momento para volver a bajar hasta llegar a mi ano. A él no le dio ningún asco, como te pasa a ti, y no te ...
... puedes imaginar lo que yo sentí. Al principio quise ignorar las muchas sensaciones que me producía, pero pronto me fue imposible. Oleadas de placer recorrían mi cuerpo, desde mi vulva hasta los más lejanos rincones de mi anatomía. Mi cabeza se inundaba de sensaciones, muchas de ellas desconocidas, que pronto me llevaron a un tremendo orgasmo, sin que tu hermano detuviese sus actos, a pesar de tremendo grito que liberé al mismo tiempo. -Aaaaaahhhhh. Me corroooo. Él introdujo dos dedos en mi encharcada vagina, al tiempo que me pareció escuchar: -Así, así. Ríndete, putita mía. Todavía siguió lamiendo mi clítoris y metiendo sus dedos, a los que añadió un tercero, un cuarto, e intentó meter todos los dedos en forma de piña, hasta que me hizo alcanzar un segundo y más potente orgasmo. Volvió a dejarme sobre la cama, separó mis piernas al máximo, hasta hacerme sentir dolor, Lugo tomó su monstruoso pene y lo colocó a la entrada de mi vagina. Sentí en la entrada la presión de la punta de ese descomunal ariete, y fui sintiendo cómo avanzaba milímetro a milímetro hacia mi interior. Sentía cómo se dilataba toda mi vagina a su paso, hasta que chocó contra el fondo. -Ooooohhhhh. Así me gusta. ¡Qué estrecha eres! Y qué corta. Pero no te preocupes. Pronto aceptarás toda mi polla. Comenzó a meter y sacar de mi vagina, esa cosa que él llama polla y a incrementar su ritmo. Al principio todo fue dolor, pero poco a poco el dolor disminuyó y pasé a sentir un tremendo placer. Entraba y salía de mí ...