Cartas a mi esposo
Fecha: 19/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
No Consentido
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... lo leía. Casi llegué a sentir el choque de nuestros cuerpos. Esta vez sí que puse el vibrador en marcha y no sabes lo maravilloso que fue sentir esas sensaciones que transmitía desde mi interior mientras leía las que sentías tú con el roce de tu mano recorriendo tu pene de arriba abajo. Yo también lo sacaba y metía al mismo ritmo. Te sentía dentro de mí, sentía tus movimientos. Casi puedo decir que sentí tu orgasmo cuando me lo escribiste. Luego seguí la lectura sin dejar de moverlo y acariciar mi clítoris por encima, hasta que llegué al punto donde me decías lo que tenía que hacer con el vibrador. Hice lo que me decías. Lo sacaba y subía para colocarlo sobre mi clítoris y sentir su estímulo y lo volvía a bajar y meter, al tiempo que seguía estimulando mi clítoris con la otra mano. No duré casi nada. Enseguida me vino un fuerte orgasmo que me dejó desmadejada en la silla del ordenador. El aparato cayó al suelo, sobre los pantalones de mi pijama, que me había bajado para estar más cómoda. Cuando iba a seguir tus instrucciones para usarlo, llamaron a la puerta. Me extrañó porque eran más de las 10 de la noche. Me vestí deprisa y me puse una bata. Cuando pregunté quién era, resultó ser tu hermano. Había salido esa misma tarde, y lo primero que hizo fue ir a beber con sus amigos. Venía ya borracho. Me dijo con voz pastosa un “Hola cuñada” y fue directo a poner la tele y sentarse en el sillón a ver partidos de futbol. Yo me senté en el otro sillón, dejando el sofá como separador ...
... entre nosotros. No respondió a ninguna de mis preguntas, por lo que opté por callarme. Su segunda frase fue “Tráeme una cerveza”. La tercera fue un “No” a mi pregunta de si quería algo para cenar, la tercera “Tráeme otra cerveza” y luego vino lo malo. Me da miedo y no lo quiero en casa. No se me olvidará nunca. Tengo la conversación grabada a fuego en mi miente, e incluso ahora, al recordarlo, siento escalofríos y miedo. Me dijo: -Tráeme otra cerveza. -No me quedan más, Juan. Mañana bajaré al súper y compraré más. Él se levantó bastante seguro, a pesar de su borrachera, y vino hacia mí, me puso de pie tirando de mi pelo con una sola mano para acercar mi cara a la suya, ya sabes que es un poco más alto que tú, Roberto. Cuando me tuvo de puntillas, tirando fuertemente de mi pelo y con su cara tan cerca que sentía su nauseabundo aliento a alcohol y vete a saber a qué otras cosas, me dijo: -Mira, maldita puta, no sé lo que te ha enseñado mi hermano, pero cuando yo pido algo es para que se me entregue al instante. Si no tienes, vas a buscarlo inmediatamente. Y procura no tardar si no quieres que te parta la cara. Me soltó con un empujón hacia la puerta y fui corriendo hasta la habitación para calzarme unas zapatillas y ponerme un abrigo por encima. Me fui a la tienda de alimentación que hay a dos manzanas de casa y compré un paquete de cervezas. Cuando volví, se había dormido en el sofá y roncaba como un motor de un camión sobrecargado, por lo que yo me fui también a dormir, no sin ...