"CURIOSA INFIDELIDAD " (parte 1)
Fecha: 26/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Aquel día quedamos en una plaza de aparcamiento de un centro comercial, a plena tarde, después de que yo salía de trabajar. Durante el día estuvimos intercambiando mensajes por el móvil, con el tonteo habitual que sin querer nos traíamos desde hace algún tiempo. La verdad es que antes de entrar en su coche los nervios me estaban haciendo polvo por dentro. Todo era incierto, nunca había tenido una amante, y el hecho de que la mujer que estaba dentro del coche esperando fuese mi cuñada, no lo hacía nada sencillo. Pero ese mismo hecho fue el desencadenante principal. No hablamos mucho en ese momento, mi mirada esquivaba la suya, mi cerebro y mis pensamientos aun estaban confusos. Hasta que simplemente me abalancé sobre ella y la besé, la cogí de la cintura y metí mi mano bajo su camiseta para sentir su piel. Aquel día no follamos, pero supimos que habíamos empezado algo que no podríamos parar facilmente. Los mensajes de móvil no cesaron los días siguientes. Por las mañanas, por las noches; ahí estábamos, conectados y con el recuerdo del encuentro en la memoria. ¿Cómo llevar esa situación adelante?– ¿debería?– seguramente no. Pero la hermana de mi mujer siempre me había llamado la atención a pesar de tener 10 años más que yo. Era una mujer casada, tenía dos hijos, mucha simpatía y un morbo que me dieron ganas de follármela casi desde que la conocí. Delgada, un poco más bajita que yo, pelirroja de pelo rizado, ojos verdes, unos pechos pequeños, un culo apetecible. Pero eso, era ...
... la hermana de mi mujer. Los mensajes fueron subiendo de tono, se fueron poniendo calientes. Ya sabíamos lo que venía. Era inminente. ¿Dónde me recoges?– le pregunté un par de días después. Al salir del trabajo, me acerqué a una estación de tren de un pueblo contiguo, para no levantar sospechas y evitar cualquier peligro. Ella me recogió en su coche, como lo haría muchas otras veces después de ese día. Nos dirigimos hacía una zona medio industrial, algo poco transitado, y aparcamos. Cambiamos de sitio hacia la parte trasera del vehículo, donde no hubiera nada por medio. Cubrimos las ventanas con lo que pudimos para evitar alguna posible mirada indiscreta. Acto seguido nos besamos. Como si no hubiera mañana. Ya no había marcha atrás. Mi cuñada iba a ser mía. La cogí por la cintura otra vez, como en el primer encuentro. La cogí fuerte hacia mi, mientras seguía besándola, comiéndome sus labios, su cuello, y acariciándole el culo por debajo de sus braguitas con la mano que me quedaba libre, adentrando tanto que con la punta de mis dedos se podía palpar su humedad y toda su calentura. Quería saborear esa humedad, olerla, quería saber a lo que sabía mi cuñada. Quería comerme su humedad. –Te quiero follar. Te quiero comer ese coñito– no paraba yo de pensar en mis adentros. La tenía tan dura cuando ella empezó su excursión por mis pantalones. Aquel día tampoco me la follé. Fue el primer paso de otros muchos en el que esta mujer, mi cuñada, hizo todo lo posible por mantenerme enganchado ...