Pecado santo
Fecha: 15/10/2017,
Categorías:
Hetero
Sexo con Maduras
Autor: Gabriel H, Fuente: CuentoRelatos
... un hombre mayor de 60 años, el mismo que la había casado con su amado esposo. Entro a la pequeña habitación donde el padre Vicenzo invitaba siempre a los fieles a confesarse y así encontrar el perdón, además del arrepentimiento para encaminar sus vidas. Se sentó en una silla de madera que se encontraba frente a delgada rejilla que separaba el cubículo del padre con el de las personas. Marissa estaba avergonzada y nerviosa al mismo tiempo. —Padre Vicenzo, buenas tardes. —Buenas tardes hija, como estas? —Cuando me confiese, estaré mejor… Marissa suspiro. —En que puedo ayudarte, que quieres contar? El padre Vicenzo amaba escuchar las confesiones de las personas, sobre todo de las mujeres. Todo esto le provocaba una excitación sexual. —Mire, padre… —Marissa hizo una pausa— Estoy teniendo algunos pensamientos incorrectos… Pensamientos sexuales sobre otros hombres, precisamente con un vecino. Y me siento terrible por eso. El padre Vicenzo comenzó a tener una erección, tanto así que decidió liberar su hinchada pija de sus pantalones y comenzó a masturbarse lentamente con la tranquilidad de estar cubierto por aquella pared que le daba impunidad para satisfacerse. —Continua hija por favor. —Cuando me masturbo, tengo fantasías sexuales con ese vecino, imagino que tenemos sexo… Sexo salvaje a escondidas de mi esposo, fue solo un par de veces. Además tengo la necesidad de mirar pornografía bastante seguido. En ese momento el padre Vicenzo reconoció la voz de aquella muchacha a la cual ...
... no podía ver totalmente, pero supo que se trataba de Marissa. Inmediatamente comenzó a masturbarse con más velocidad imaginándola a ella y su a cabello rubio oscuro corto hasta la altura de los hombros, sus piernas delgadas y su bello culo. —Haz hecho lo correcto hija mía, la mejor decisión es contarlo todo, es duro aceptar nuestro errores, pero más duro aun es contarlos. —Como logro el perdón de dios padre? Necesito saberlo. Es la primera vez que me confieso, nunca antes lo creí necesario. —Mira hija dios no solo requiere de nuestra confesión, si no también de que nos arrepintamos, de que dejemos nuestras actividades pecaminosas y en su lugar lo sigamos a Él. Todo esto es necesario para volver al camino correcto. Necesitas entregarte a dios en cuerpo y alma por eso necesito una reunión en privado contigo para charlar aún más a fondo sobre esto. Concluyo el padre Vicenzo. —Si padre, no hay problema que tengo que hacer? Vicenzo subió sus pantalones y salió de su cubículo. —Acompáñame hija. Marissa al igual que el padre salió del confesionario y lo acompaño hasta un cuarto donde Vicenzo acostumbraba a relajarse. Había un pequeño sillón sobre una pared blanca. Algunos estantes llenos de libros, una mesa con una pequeña canasta y algunas frutas. El hombre abrió la puerta que se encontraba junto al sillón en hizo entrar a Marissa en el interior. Era la habitación donde el padre acostumbraba a dormir, era un lugar sencillo, tenía una cama de una plaza, una mesa de luz con un velador ...