Atracción fatal o amor prohibido (2): Algo más que sexo
Fecha: 13/11/2018,
Categorías:
Incesto
Infidelidad
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... toda la potencia. Despacio comenzó a moverse, ondulando su vientre y meneando las caderas para que todo el acho de la poronga se haga lugar en su sexo, poder y disfrutar el buen grosor del miembro que está “comiendo” Tomada de la cintura ayudo a sus evoluciones, a subirla y sujetarla con firmeza cuando se deja caer sobre mi carne. Me ofrece los pechos para una ligera mordida de pezones, se agita con prisa, silenciosa y los gestos crispados, son claros indicios que está transitando el sendero que la lleva al cercano orgasmo. Una sonora y sorpresiva nalgada aplicada por su hombre sirvió para desviar la atención, necesito manipular sus sensaciones, demorar la magia del orgasmo, tengo experiencia en manejar estos momentos. Prolongar la excitación es la forma de hacerla sentir que cuando llegue el momento del orgasmo sea algo para recordar como único. Nuevamente acompaño sus movimientos hasta llevarla al borde mismo del abismo pero sujetando en el instante del salto. Me deleitaba mirándola apretarse las tetas con las manos, frotarlas y apretarlas, no podía contener la ansiedad interior, la boca reseca, respirando a bocanadas urgentes, hasta que por fin imploró que la deje llegar, que la suelte, que la deje liberarse de este momento delicioso pero que la angustia de estar tan cerca le genera una sensación que excede su control. - Por favor, por favor hermanito, no me detengas, me estoy muriendo de ganas. Llévame a la cima del mundo, me tienes empotrada en esta vergota que me abre ...
... toda, sácame de este delicioso infierno de sensaciones, ya no aguanto, porfa… Esta vez la puse a moverse, ambos sabíamos que ahora va por el trofeo mayor. Retoma la vehemencia del movimiento, ondula el vientre, agita las caderas en círculo, luego hacia adelante y atrás, pone en juego toda la experiencia y lo que aprende conmigo. Vuelve a apretarse las tetas, con más ganas, la mirada fija en su hombre, el gesto adusto y concentrado en sus sensaciones, ahora está moviéndose a todo dar, acercándose al borde mismo del abismo. Elevo la pelvis, para enterrarme más allá de lo posible, sujeto con fuerza acentuando la penetración cuan se deja caer sobre mí. Es el momento que se detienen los sentidos, el instante de quietud que precede a la tormenta, dejó de respirar. Solo sentí el silencioso ronroneo de su pecho, gutural gemido casi inaudible, luego cerró fuertemente los ojos, empujé con fuerza hacia arriba mientras jalaba su cintura para incrustarme todo en ella, repetí dos o tres veces. No hubo palabras, solo una tenue sonrisa dibujada en la crispación de los músculos era el signo evidente de que estaba en el trance supremo del orgasmo, el estruendo silencioso que precede a la quietud de los movimientos pero tan sólo para darle tiempo a degustar el sabor del orgasmo. - Llegaste? Asintió con un gesto. Lejos estaba de mi ánimo dejarla descansar, es la forma que tengo de llevarlas a repetirlo, incitarla, moverla para obligarla a “ir por más”, empujarme dentro de ella la vuelve a poner ...