Mi cuñada (I)
Fecha: 24/10/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sensible y que las veces que lo había intentado había acabado con la piel quemada. Gracias a Dios que Julia llevaba la crema de alta protección en la bolsa de la playa y no le costó mucho convencerla de que la usara. Yo por supuesto también la animé aunque con un poco de miedo a ponerme en evidencia. La historia que relataré a continuación ocurrió en el verano del 96, uno de los más calurosos que se recuerdan. Nos encontrábamos mi mujer y yo invitados en un chalet que habían alquilado la hermana de mi mujer y su marido cerca de la costa portuguesa del Algarve. Esa mañana me había despertado con el aparato inchado a más no poder, suponiendo que la cosa tenía que ver con los líquidos acumulados me dirijí al baño para mear. En verano no uso pijama, duermo únicamente con slips, y así vestido, o mejor dicho, casi desnudo, entré en el cuarto de baño. Abrí la puerta con tal ímpetu que no di tiempo a que mi cuñada, que acababa de salir de la ducha se tapara. Es una mujer morena, por entonces rondaba los 30 años y tenía unas tetas increibles: grandes, firmes y con el pezon rosa y pequeño, como a mi me gusta. La marca del bikini en contraste con el intenso broceado del resto del cuerpo junto a las gotas de agua que le corrían por el canalillo ejercieron de iman de forma que no pude apartar la vista de sus senos. Ella no gritó, simplemente se tapó al tiempo que yo balbuceaba una torpe disculpa por no llamar a la puerta, ya que nos avisaron nada más llegar de que las puertas no tenían ...
... ningún tipo de pestillo. Ella comentó que no pasaba nada y que todos los días en la playa se veían muchas chicas haciendo top-less. Salió del cuarto de baño no sin antes fijar la vista durante unos instantes en el bulto que intentaba asomarse por la parte superior de mis calzoncillos. Me quedé solo con la calentura, por supuesto una larga meada no hizo que mi miembro se relajara lo más mínimo. Cuando me marchaba observé que se había dejado la ropa interior sobre un taburete, eran unas braguitas de encage color amarillo, no pude reprimir la tentación y me las llevé a la cara, las olfateé y lamí mientras comenzaba a masturbarme, el olor que desprendían era intenso pero muy agradable, seguramente que esa noche tuvo algún sueño que la hizo chorrear. Cuando mi orgasmo estaba cerca se abrió de repente la puerta, solo me dió tiempo a girarme de espaldas para no avergonzarme más. Ella se disculpó y dijo que creía que ya había salido y que venía a recoger su ropa interior y yo le indiqué que se esperara un momento que saldría en dos minutos. Ella cerró la puerta y yo rapidamente deje sus bragas donde estaban, disimulé lavandome los dientes y salí. La verdad es que yo nunca había deseado a mi cuñada sexualmente, aunque era imposible no fijarse en sus tetas, ya que solía vestir con tops y camisetas muy ceñidas, pero, diantre, era la hermana de mi mujer. Sin embargo desde ese momento no pude pensar en otra cosa. Entré en la habitación cachondo de verdad y directamente me metí en la cama de ...